Dos mujeres

Benhur Sánchez Suárez

Dos mujeres me han cautivado en las dos últimas semanas.
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Después de superar los avatares que trae consigo vivir en la provincia, sobre todo por el centralismo tan aberrante que hoy nos cobija, mi hijo Gonzalo me hizo llegar desde la librería Lerner en Bogotá los libros que también quería leer en este encierro. Lo resalto, no tanto por el encierro en sí mismo sino porque desnuda la carencia de librerías en nuestro medio, sobre todo que busquen siempre satisfacer a sus clientes porque respetan los libros y a sus autores y no son meras tiendas que venden objetos.

Esas dos mujeres son Adelaida Fernández Ochoa (Cali, 1957) y Lupe Rumazo Cobo (Quito, 1933), ambas novelistas de mucho vuelo.

Adelaida fue distinguida con el premio Casa de las Américas de novela con su obra “Afuera crece un mundo” (2017), novela que ahora se difunde en Colombia después de su primera edición en Cuba. Adelaida es también autora de la novela “Que me busquen en el río” (2006), que publicara la Serpiente Emplumada y cuya edición tuve el honor de dirigir. Con ella la autora fue finalista del Concurso Nacional de Novela 2005, que patrocinaba el Ministerio de Cultura.

La novela de Adelaida toma de la María, de Jorge Isaacs, la Nana negra, Nay de Gambia, y desarrolla a partir de ella su ficción, develando la vida y anhelos de la raza negra esclavizada. Además, de personaje secundario en Jorge Isaacs, Adelaida la convierte en protagonista, rescatando el valor de la mujer negra esclava.

Por su parte Lupe, actualmente radicada en Caracas, Venezuela, (tuvo una breve residencia en Cali y Popayán cuando su padre huyó del Ecuador por persecución política) publicó en 1978 en Madrid, España, su novela “Carta larga sin final”, que ha sido rescatada del olvido en este 2020 tan aciago, y se distribuye felizmente ahora en nuestro país. Entre otros méritos, Lupe fue finalista del prestigioso Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos” (1989), con su novela “Peste blanca Peste negra” (1988), además de la publicación de trece libros de cuentos y ensayísticos que la erigen como una valiosa figura de la literatura hispanoamericana.

La novela de Lupe Rumazo, que ahora me ha cautivado, es una carta, un largo monólogo, dirigido a su madre, muerta el año anterior, y cuyo desarrollo es un elevado ejercicio del lenguaje, experimental quizá, elogiado en su momento por intelectuales de renombre en el mundo latinoamericano, como Leopoldo Zea, Ernesto Sábato y Juana de Ibarbourou.

Como ha sucedido tantas veces en nuestro medio intelectual, autores valiosos como Lupe Rumazo son desconocidos en nuestros países, desconocimiento nacido de la mezquindad y falsedad de quienes se han erigido a lo largo de la historia como pontífices del ejercicio sagrado de la literatura.

BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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