Hasta el momento ha sido imposible que se logre una continuidad, pues podemos ver cómo en un principio Gustavo Petro enfrentó esa tarea, pero se cansó y se corrió hacia el centro del espectro polÃtico y bajó la guardia. El más tesonero ha sido el senador Robledo, quien siempre ha actuado con mucha coherencia. Pero una sola golondrina no hace verano.
De ahà que se imponga la necesidad de una oposición bien estructurada, manejada desde la Constitución misma por un ordenamiento que al mismo tiempo que le impone obligaciones, también le dé herramientas para cumplirlas. La democracia no aguanta un tren de estos, como el que estamos viendo, en que el unanimismo se prendió como una mata silvestre y todos los que ayer hacÃan oposición, ahora están alabando al Gobierno.
En esas condiciones, se abre un flanco vulnerable porque en medio de tanta lisonja se cuela la corrupción en menos de nada y mina lo que estaba más sano. La oposición debe contar con alguna cuota burocrática que la alimente, porque de lo contrario no la hace atractiva. Por eso la oposición debiera tener por Constitución el cargo, por ejemplo, de la DefensorÃa del Pueblo, que se preste precisamente por su naturaleza y que serÃa pues, una zona de alimentación para la oposición. Una oposición a la intemperie no la hace ya nadie. Se necesitan ciertos incentivos que no se le han querido otorgar. Porque si analizamos los derechos que actualmente le concede a la oposición son mÃnimos. Se trata de un saludo a la bandera, porque esos mismos derechos se le confieren a cualquier parlamentario asà no sea de la oposición.
El mejor negocio pues, es el de hacer rentable la oposición, pues, de lo contrario, no la ejerce nadie. Y el expresidente Uribe está en las mejores condiciones para cumplir ese cometido y se lleve a la Constitución la institucionalización del cargo de jefe de la oposición. No tiene sentido el culpar al expresidente Uribe de estar interfiriendo el gobierno del presidente Santos, o que no lo deja gobernar. No. Esos son cometidos de todo jefe de la oposición que se respete. Ya para nadie es un secreto que el expresidente Uribe ha decidido tomar ese partido: el de la oposición.
Pues aprovechemos esta coyuntura histórica para darle juego a la oposición y se estructure en debida forma, bien organizada y se lleve a la Constitución las reformas señaladas, dotándola de las suficientes herramientas para configurarla. Eso nos ahorrará muchos dolores de cabeza.
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