La protesta de los super-ricos

Primero fue Warren Buffet, el inversionista que se disputa con Bill Gates y Carlos Slim el primer puesto en la lista de los hombres más ricos del mundo. En una columna editorial en el New York Times le pidió al Congreso norteamericano que deje de mimar a los super-ricos con gabelas y exenciones tributarias que les han permitido pagar mucho menos impuestos que los trabajadores y la clase media.

Buffet cita su propio caso: el año pasado pagó siete millones de dólares en impuestos, que es una enorme suma de dinero, pero sólo representa el 17 por ciento de sus ingresos, mientras que la carga impositiva de los demás empleados de su oficina fue el 36 por ciento. Dice además que él mismo en los años setenta pagaba hasta el 40 por ciento de sus ganancias de capital.

También critica la generosidad de los legisladores gringos con sus amigos multimillonarios: en 1992 el ingreso promedio de cada una de las 400 personas más ricas de los Estados Unidos fue de 40.2 millones de dólares y pagaron el 30 por ciento de impuestos; para el 2008 sus ingresos se habían quintuplicado llegando a un promedio de 227 millones de dólares, pero su tasa impositiva se redujo al 21 por ciento. Lo más grave que señala Buffet es que este regalo a los millonarios no ha servido para estimular la creación de empleos.

En Europa también se cuecen habas. Un grupo de 16 multimillonarios de Francia han publicado una carta en Le Nouvel Observateur pidiendo que se imponga un impuesto extraordinario a los más ricos. El Gobierno respondió rápido a la petición y acaba de crear un impuesto adicional del tres por ciento para quienes ganen más de 500 mil euros al año, con el fin de que los ricos también ayuden a reducir el déficit fiscal. En España no ha habido petición de sus super-ricos, pero el Gobierno sí está pensando aumentar la presión fiscal a las grandes fortunas, según lo ha dicho la Ministra de Economía hispana.

En los dos lados del Atlántico los motivos para estas insólitas peticiones son similares: en el contexto de una gran crisis financiera y fiscal, que está llevando a drásticos recortes en los gastos del Gobierno, esos super-ricos quieren ser solidarios y contribuir al esfuerzo. “Es hora de que el Gobierno sea serio acerca del sacrificio compartido”, dice Buffet. “Cuando la deuda pública y los déficits están amenazando el futuro de Francia y de Europa, y el Gobierno está pidiendo a todos que muestren solidaridad, nosotros sentimos que debemos contribuir”, dicen los franceses.

Subir impuestos a los que más tienen no son posturas comunistas que tratan de destruir el sistema de libre mercado como dice la extrema derecha del Partido Republicano. Por el contrario, estas peticiones podrían verse como un intento de evitar el colapso del sistema capitalista y apaciguar la gran presión social que está explotando en varios países desarrollados por la brecha creciente entre ricos y pobres, y porque los programas de ajuste que han tenido que implementar esos países han afectado sobre todo a los más necesitados.

Cualquiera que sea el motivo, temor a una explosión social o deseo sincero de solidaridad, lo cierto es que hasta los multimillonarios se están dando cuenta que ya no es sostenible el modelo de capitalismo salvaje que empezaron Reagan y la Tatcher en los años ochenta, y que hoy predomina en todo el mundo occidental. En Colombia ese modelo se llamó “confianza inversionista”, pero ese huevito también se quebró.

Credito
MAURICIO CABRERA GALVIS

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