La guerra de las monedas

Después de varios meses de continua caída en el precio del dólar alrededor del mundo, de manera súbita e impredecible la tendencia cambió y se produjo un significativo fortalecimiento del valor de esa moneda, que equivale a una devaluación de las monedas de los demás países.

La tendencia ha sido generalizada y, además, ha estado acompañada de una gran volatilidad. En América Latina, en los últimos 12 meses en México la tasa de cambio ha fluctuado entre 11.5 y 14 pesos por dólar; en Chile, entre 460 y 530 pesos por dólar; en Brasil, entre 1.53 y 1.95 reales por dólar, y en Colombia, después de haber caído hasta $1.750, subió hasta $1.930 en menos de un mes.

En Europa, el rango de fluctuación del dólar ha sido de un 10 por ciento frente a la libra esterlina y un rango similar frente al euro, mientras que frente al rublo ruso ha sido mucho más fuerte, cerca del 18 por ciento, al fluctuar entre 27 y 32 rublos por dólar; las mayores variaciones las ha tenido el franco suizo, entre 1.42 y un dólar por franco. La fluctuación del yen ha sido similar a la del euro, pero el yuan chino solo se ha movido un 2 por ciento por el estricto control cambiario que mantiene el banco central de ese país.

Nadie había pronosticado esta ola de devaluaciones mundial y tampoco son muy claras las causas que la generaron. Ni siquiera los economistas o los analistas de bolsa que son tan buenos para pronosticar el pasado se han podido poner de acuerdo para explicar el fenómeno.

Es claro que no se debe a un fortalecimiento de la economía norteamericana, porque las perspectivas de una nueva recesión en ese país son cada vez más probables por la parálisis que está produciendo la polarización de debate político. Sin embargo, parece ser que son más grandes los temores de lo que pueda pasar en Europa y esa sería la razón por la que los mercados ven como menos inseguro el dólar que las otras monedas.

El cambio de tendencia fue tan repentino, que hasta el mes pasado la preocupación de las autoridades de los países distintos de Estados Unidos era cómo defenderse de las políticas expansionistas de ese país que estaban causando la revaluación de sus monedas y haciendo perder competitividad a sus productores nacionales. El ministro de Hacienda brasileño habló de una guerra de monedas y Brasil tomó varias medidas para defenderse, tales como controles de capitales, subida de aranceles, masivas compras de dólares y reducción de su tasas de interés. Hoy la preocupación brasileña es la excesiva devaluación del real por lo que, de manera sorpresiva, su banco central salió a vender dólares.

Nuestro Banco de la República no quiso imitar al del vecino país en sus medidas en contra de la revaluación del peso. Es de esperar que ahora tampoco lo imite frente a la devaluación, y no le dé por salir a vender dólares para evitar que la tasa de cambio suba más allá de mil 900 pesos por dólar. Sería un error pensar que esa tasa de cambio sea suficiente para permitir la competitividad de la producción colombiana.

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FE DE ERRATAS. Varios lectores me llamaron la atención porque en la columna de la semana pasada dije que Inglaterra no pertenecía a la Unión Europea. Tienen toda la razón, pues Inglaterra sí pertenece a la UE, pero no pertenece a la eurozona, pues no ha adoptado el euro para reemplazar la libra esterlina. Lo que he debido decir es que Inglaterra tiene los mismos dilemas entre deuda y crecimiento que los demás países europeos,
aunque no tenga la camisa de fuerza del euro.

Credito
MAURICIO CABRERA GALVIS

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