¡Ocupen Wall Street!

Empezaron unos pocos en Nueva York. Ya son miles en 16 ciudades de EE.UU., y cada día se unen más y más. Creyeron que era una protesta pasajera y no fue mencionada en casi ningún periódico, pero ya llevan 21 días acampando en el corazón del imperio y la noticia es imposible de ocultar a pesar de la autocensura de algunos medios.

Es el movimiento “Occupy Wall Street”, que se autodefine así en su página web (http://occupywallst.org/): “Un movimiento de resistencia sin líderes, con gente de todas las razas, géneros y afiliaciones políticas. La única cosa que tenemos en común es que somos el 99 por ciento que no está dispuesto a seguir tolerando la avaricia y la corrupción del otro uno por ciento. Estamos usando las tácticas de la primavera árabe para conseguir nuestros objetivos y optamos por el uso de la no violencia para asegurar la seguridad de todos los participantes.”

Aunque venía gestándose desde hacía varias semanas en las redes sociales, fue el pasado 17 de septiembre cuando un grupo de activistas decidió acampar en el parque Zuccotti en la zona de Wall Street en Nueva York, es decir, en el centro mismo de la capital financiera del mundo, con la idea de usar los mismos métodos de los jóvenes egipcios y los ‘Indignados’ españoles para protestar contra los responsables de la crisis financiera que ha dejado a mil­lones de personas sin empleo, sin ingresos y hasta sin vivienda.

Es una protesta contra la desigualdad económica y la injusticia social. Es una protesta porque la crisis está forzando a recortes en los gastos sociales de los gobiernos que afectan al 99 por ciento de la población, mientras que el uno por ciento causantes de la crisis fueron rescatados con recursos públicos y hoy siguen recibiendo multimillonarios salarios y bonos, y pagando menos impuestos que la clase media.

Otra página de Internet (http://wearethe99percent.tumblr.com/) le pone caras concretas a ese 99 por ciento de afectados pues presenta los dramáticos casos de personas y familias destruidas por la crisis. Son las caras de los seis millones de desempleados que llevan más de un año buscando trabajo sin conseguirlo; son la mitad de los norteamericanos que no tienen para pagar un seguro privado de salud y tienen que resignarse con un sistema público que cada vez está peor porque le recortan el presupuesto.

No son revolucionarios tratando de destruir el sistema democrático, ni comunistas en contra del capitalismo. Son ciudadanos que quieren que la democracia sea verdadera y sirva al interés público, que buscan que el sistema del mercado libre funcione y no sea controlado por unas pocas grandes corporaciones. No están en contra del sueño americano de libertad e igualdad, sino luchando por que sea una realidad para todos, porque ese sueño hoy está siendo destruido.

Es el mismo objetivo de los ‘Indignados’ en España, que piden una Europa para las ciudadanos y no para los mercados, y que proclaman no seguir siendo mercancía en manos de políticos y banqueros. Su objetivo es volver a poner el país en las manos de los ciudadanos, para que las políticas públicas no sigan siendo determinadas por la avaricia de las grandes corporaciones y la corrupción de los políticos, de manera que imponen drásticos ajustes fiscales, sin importar el costo social y humano, para rescatar a los bancos prestamistas.

La protesta está empezando a ser oída, Hasta Obama parece que ha recibido el mensaje, pues declaró lo siguiente: “yo pienso que la gente está frustrada y que las protestas son la expresión de una frustración más generalizada respecto del mal funcionamiento de nuestro sistema financiero”.

En Colombia tenemos más motivos para estar indignados, pero hasta ahora son escasas las voces de protesta pacífica. ¿Hasta cuándo?

Credito
MAURICIO CABRERA GALVIS

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