Incentivos a capitales golondrina

El presidente Santos está preocupado con la revaluación del peso porque se percató que esta “comienza a golpear el crecimiento del país”.

Aunque es un reconocimiento tardío porque el problema viene desde hace varios años, es mejor tarde que nunca y por eso es bienvenido su mensaje al Banco de la República para que adopte medidas más creativas que pongan freno a la revaluación.

No debe hacerse muchas ilusiones el presidente con que la nueva Junta del Banco le vaya a hacer caso y cambie su política de intervenir solo con compras de dólares modestas y preanunciadas. Más bien debería dar órdenes precisas a su ministro de Hacienda para que colabore en ese propósito urgente para el país.


Sin embargo, el mensaje al ministro no debe ser que sea más creativo sino todo lo contrario, que sea menos ingenioso y no se invente fórmulas, o por lo menos que no se deje meter goles, con medidas que incentivan la entrada de capitales golondrina, porque ese aumento de la oferta de dólares es como echarle gasolina al incendio de la revaluación.


La medida en cuestión es un mico metido a última hora en la reforma tributaria del año pasado que le bajó los impuestos (si, ¡los bajó!) a los inversionistas de capital de portafolio, que es el nombre elegante de los capitales golondrina que vienen a hacer inversiones especulativas de corto plazo.


Antes de la reforma estos inversionistas tenían que pagar el 33 por ciento sobre los rendimientos obtenidos en la compra de TES, o bonos o acciones en la Bolsa, y en el artículo 125 de la reforma les bajaron el impuesto al 14 por ciento, aumentado así el incentivo que ya tienen para traer dólares a Colombia por encontrar acá tasas de interés superiores a las de Estados Unidos o Europa.


En el proyecto original la propuesta del ministro era bajarlo al 25 por ciento, y pedía facultades para reducirla aún más por decreto cuando fuera necesario para atraer capitales golondrina.

Las comisiones de Cámara y Senado, así como la plenaria del Senado, aprobaron la rebaja al 25 por ciento, pero le negaron al ministro la facultad de bajarla más. De manera misteriosa. Pocos días antes de la plenaria de la Cámara apareció una proposición, sin sustento ni justificación alguna, firmada por los representantes Alfredo Deluque y Raymundo Méndez, estableciendo la tarifa del impuesto en 14 por ciento, que fue aprobada en la plenaria y después ratificada en la comisión de conciliación con el beneplácito del ministro.

Como consecuencia del regalito tributario, en los dos primeros meses de este año han entrado casi 1.000 millones de dólares de inversión de portafolio, que han neutralizado buena parte de las compras de dólares por parte del Banco de la República, impidiendo que el dólar suba de precio.


Lo que tiene que hacer el gobierno es exactamente lo contrario: disminuir los incentivos para la entrada de capitales golondrina. Sin necesidad de pedirle favores al Banco, el presidente y su ministro pueden expedir un decreto como el 1801 de mayo del 2007, por medio del cual el gobierno anterior impuso un depósito previo del 40 por ciento a las inversiones de capital de corto plazo, lo cual implica un sobrecosto que las desestimula pues disminuye su rentabilidad.

Esta medida estuvo vigente por 18 meses, hasta el comienzo de la crisis financiera mundial, cuando se hizo innecesaria.

¿Por qué no repetirla ahora?




Credito
Mauricio Cabrera Galvis

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