El inevitable ajuste externo

Colombia tiene un desequilibrio externo estructural y, como ya se vivió en la crisis de finales del siglo pasado, mientras más se demoren las medidas para corregirlo más abrupto y doloroso puede llegar a ser el ajuste.

La medida más clara de este desequilibrio es el déficit de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos que el año pasado llegó a U$11.415 millones con un incremento del 20 por ciento respecto al registrado en 2011. En palabras simples, este déficit quiere decir que estamos comprando al exterior mucho más de lo que vendemos, y que la diferencia está siendo financiado por ahorro extranjero que entra por la cuenta de capitales de la Balanza de Pagos.Mirado en relación al tamaño de la economía, este déficit no parece muy grande, pues equivale al 3.1 por ciento del PIB, inferior al registrado en los años 90 del siglo pasado. Sin embargo, como anota el exministro José Antonio Ocampo en el prólogo a mi libro “10 años de Revaluación”, se trata de una cifra muy negativa cuando se tiene en cuenta el gran incremento de los precios de los productos minero energéticos que exportamos.

Ocampo estima que descontando este efecto de precios, el déficit externo colombiano es cercano al 10% del PIB, mientras que en 1997 había sido solo de 4.0% del PIB. Si hay motivos de alarma, porque esos precios ya han empezado a caer.

El gran riesgo que enfrenta cualquier país con un abultado déficit externo, es que se interrumpan o disminuyan los flujos de capitales que lo están financiando, de manera que se tenga que hacer un ajuste acelerado o moderado, dependiendo de la velocidad del freno de los flujos de capitales. En la crisis de 1998-1999 los mercados de capital internacionales se cerraron abruptamente y el ajuste tuvo que ser rápido y doloroso, llevando a la peor recesión de nuestra historia.

Hoy, Colombia enfrenta un doble riesgo dependiendo de la evolución de la economía mundial. De una parte, si persiste la desaceleración en Europa y Estados Unidos, y la economía mundial no se recupera, continuarán bajando los precios del petróleo y las demás materias primas, afectando nuestros ingresos de exportaciones y aumentado el déficit de la cuenta corriente.

El escenario opuesto es que los países desarrollados salgan de la crisis y vuelvan a crecer a ritmos satisfactorios, en cuyo caso sus bancos centrales terminarán sus políticas expansivas y, ante el resurgimiento de presiones inflacionarias volverán a subir las tasas de interés. En este caso se hará menos atractivo invertir en los mercados emergentes y disminuirán los ingresos de capitales, sobre todo los capitales golondrina de corto plazo que el gobierno colombiano ha tratado de atraer, con mucho éxito pues este año han aumentado un 65 por ciento.

En cualquiera de los dos escenarios el país se verá obligado a hacer un ajuste a su desequilibrio externo. Se puede hacer por cantidades, frenando el crecimiento y aumentando el desempleo para que bajen las importaciones, o por precios subiendo el precio del dólar. La decisión está en manos del Gobierno y el Banco de la República. * * *

ADENDA: Este lunes 6 de mayo con ocasión de la presentación del libro “10 años de Revaluación”, tendremos un conversatorio sobre el tema con el ministro Rafael Pardo y el codirector del Banco de la República Carlos Gustavo Cano. Gracias a la hospitalidad de la Federación de Cafeteros el evento se realizará en su auditorio en Bogotá, aunque esto sea como hablar de la soga en la casa del ahorcado.

Credito
MAURICIO CABRERA GALVIS

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