Envidia por Isagén

No sorprende, pero sí asombra la oposición cerrada del expresidente trinador y sus escuderos a que Santos haga la privatización de Isagén, cuando al comienzo de su segundo período de gobierno, después de la reelección espuria, él mismo privatizó una parte de la empresa y luego intentó vender el resto.

Como mencioné la semana pasada, en julio de 2007 la administración del expresidente perdió 500 mil millones de pesos de recursos públicos al vender 19.22 por ciento de Isagén por solo 592 mil millones, mientras que dos meses después el precio de esas acciones en la Bolsa había subido un 83 por ciento. 

No satisfecho con esta privatización parcial, en 2009 y 2010 el gobierno incluyó dentro de sus planes financieros la venta de Isagén como una de las fuentes de ingresos para tapar el hueco fiscal. En efecto, en el Plan Financiero del 2009 (documento Confis 03/2009) se incluyeron los ingresos por privatizaciones. Repitieron el intento en 2010 en el Plan Financiero (documento Confis 07/2010).

Sin embargo, como ya había sido elegido el sucesor que le iba a cuidar los tres huevitos al expresidente, y el candidato Santos se había pronunciado en contra de la venta de Isagén les tocó suspender la venta.

Ahora que la administración Santos quiere materializar ese proceso que dejó iniciado el expresidente, éste se viene lanza en ristre con una Acción Popular para detenerla. Lo más asombroso es que uno de sus argumentos es que no se conoce el valor de Isagén y se puede estar vendiendo muy barata, cuando el precio fijado por el actual gobierno ($4,5 billones) es 50% más alto que el fijado por el gobierno de la confianza inversionista.

Como es difícil encontrar una explicación económica o financiera a ese cambio de posición, se ha dicho que es oportunismo político por la campaña electoral. Es posible, pero tal vez es más válida la interpretación que me dio un amigo psicólogo, para quién lo del expresidente es un caso patológico de envidia.

Santos sí va a poder vender Isagén; Santos puede terminar con la guerrilla si logra negociar la paz; Santos es reconocido internacionalmente y tiene buenas relaciones con los vecinos. Todas esas cosas las quiso hacer el expresidente y como no pudo le producen una profunda envidia.

La definición de envidia que me dio el psicólogo es muy descriptiva: “Cuando una persona se obsesiona y deja de vivir por estar pendiente de la vida de su adversario, y entre otras cosas siente agobio por cada uno de sus triunfos… Aparte de mostrar signos graves de inferioridad, te muestra que estás tratando con una persona psiquiátricamente enferma”. 

¿Será que aplica en este caso?

Credito
MAURICIO CABRERA GALVIS

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