Banco Central y desigualdad

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“Las dimensiones y el continuo aumento de la desigualdad en Estados Unidos me preocupan sobremanera”. Esta declaración ha causado revuelo en el país del norte, no porque sea novedosa o exagerada, sino por quien la dijo: la presidenta del Banco Central de Estados Unidos, Janet Yellen.

Las críticas no se hicieron esperar: que la desigualdad no debe ser una prioridad del Banco Central; que la desigualdad no tiene nada que ver con la inflación o con el crecimiento que son los únicos objetivos de la FED; que este es un tema de política partidista en el cual no debe meterse la FED para no comprometer su independencia, y otras por el estilo.

Pero las cifras son irrefutables, máxime cuando la fuente es la misma FED, que desde 1989 realiza periódicamente una “Encuesta de las Finanzas del Consumidor”, de donde salen los datos que utiliza la señora Yellen. Entre 1989 y 2013 el ingreso del cinco por ciento más rico de la población creció 38 por ciento, mientras que el de la mitad más pobre solo aumentó 10 por ciento, y como consecuencia la participación del primer grupo en el ingreso total subió del 31 al 37 por ciento.

La Encuesta de la FED da otra información que es menos conocida, que es la referente a la distribución de la riqueza, donde la situación es todavía peor: las 6 millones de familias más ricas pasaron de poseer el 54 al 61 por ciento de la riqueza total del país en solo 14 años, mientras que 62 millones de familias que solo tenían el 3 por ciento de la riqueza nacional en 1989, bajaron hasta un mísero 1 por ciento en 2013, y de estas 15 millones no tenían ningún activo ni riqueza.

¿Qué puede hacer la política monetaria y financiera para reducir la desigualdad? Mucho, porque uno de los mecanismos que reproduce y aumenta la desigualdad es la falta de acceso de los pobres al crédito y otros servicios financieros, así como el elevado costo de los mismos.

En Colombia un aporte que podría hacer el Banco de la República es emular la Encuesta de la FED para recolectar información sobre la situación financiera de los hogares que permita medir la concentración de la riqueza en el país sobre la cual poco se discute.

Es evidente que en Colombia la riqueza está muy mal repartida pero no se tienen cifras ni datos para analizar y ver la evolución de este problema. Lo que no se mide no se puede controlar ni mejorar.

Credito
MAURICIO CABRERA GALVIS

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