Sindicatos y clientelismo

Mauricio Cabrera Galvis

El uso y el abuso de los derechos sindicales por parte de políticos clientelistas y corruptos (y perdón por la redundancia) no solo deteriora la calidad de la administración pública y perjudica a los usuarios de los servicios públicos, sino que desprestigia a los mismos sindicatos y menoscaba las posibilidades de acción de ese instrumento tan importante para el bienestar de los trabajadores.

Está sucediendo en el Valle del Cauca, y de seguro en muchas otras ciudades y departamentos. Políticos que se quemaron en las pasadas elecciones y que ven amenazada la permanencia de sus cuotas burocráticas en las nuevas administraciones están promoviendo la sindicalización de sus recomendados para que no puedan ser sacados de sus cargos, inclusive si son de libre nombramiento y remoción. Como tituló el diario El País en un informe sobre el tema, es la forma como esos políticos “se atornillan al poder”.

No es nuevo el abuso de los fueros sindicales con fines clientelistas. Son conocidos los casos de funcionarios nombrados como cuota de parlamentarios, concejales o diputados que ni siquiera van a trabajar, solo a cobrar el cheque, porque en realidad su oficio es ayudar en las campañas políticas de su jefe. Por supuesto, se afilian al sindicato y si tratan de sacarlos, o por lo menos de hacerlos trabajar, arman el escándalo por persecución laboral.

Así estos casos no sean la mayoría, sí son suficientes para entorpecer la buena marcha de las entidades públicas. Peor aún en el caso de las empresas de servicios públicos, donde generan ineficiencias, destruyen valor e impiden el mejoramiento de la calidad de los servicios públicos, con lo que dan buenos argumentos para los neoliberales partidarios de las privatizaciones.

Pero además de los costosos daños al sector público, estas prácticas clientelistas perjudican a los mismos sindicatos que se prestan para ese juego y desprestigian a todo el movimiento sindical.

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