La economía de la hoja de coca

Mauricio Cabrera Galvis

El aumento de los cultivos de coca en el país es un hecho indiscutible; todos los sistemas de medición indican que el área sembrada de hoja de coca se ha duplicado en los últimos años. Lo que es discutible son las explicaciones que se dan a este hecho y, por lo tanto, las soluciones que se proponen.

La interpretación política atribuye las mayores siembras de coca a que, como consecuencia del Acuerdo de Paz, el gobierno bajó la guardia, suspendió las fumigaciones con glifosato y dio incentivos con la promesa de sustitución voluntaria. Los gringos apoyan esta interpretación porque para ellos es el aumento de la oferta de cocaína lo que induce a sus inocentes ciudadanos a consumir más; por lo tanto, el remedio es mayor represión a los productores con glifosato incluido.

Sin embargo, las autoridades nacionales y extranjeras deberían recordar que con medidas policiales y de represión es muy difícil transgredir las leyes económicas, en particular la de la oferta y la demanda, y que son factores económicos los que están generando el aumento de la producción de coca. El repaso de algunos principios básicos de la teoría económica ayuda a entender la dinámica del mercado de la cocaína.

El primero, muy keynesiano, es que se trata de un mercado determinado por la demanda: mientras haya consumidores adictos dispuestos a comprar estupefacientes, incluso a precios altos, habrá productores que se los suministren. No hay barreras arancelarias ni controles aduaneros que disminuyan la demanda.

Si se controla una cadena de producción en un país, aparecerá en otra región; si se elimina un cartel de narcotraficantes, será sustituido por otro más sofisticado y violento. Incluso, si se logra controlar la oferta de una droga, será sustituida por otra, tal como esta pasando en los Estados Unidos, donde hoy la metanfetaminas y los opiodes son drogas más consumidas y más peligrosas que la cocaína y la heroína; además, según el último informe de la DEA, los abusos de medicamentos controlados causan más muertes que las de todos los otros estupefacientes juntos.

El segundo principio económico es que la oferta de un producto depende de su precio: entre más alto sea el precio de la hoja de coca, habrá más campesinos dispuestos a cultivarla.

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