En elecciones, ganando se puede perder

Hoy como nunca requerimos de un voto a consciencia, pero soy escéptico en que el próximo octubre los colombianos cambiemos nuestra forma de votar.

Algunos pocos se preocuparán por conocer acerca de la preparación y la honestidad de los candidatos, la mayoría sólo preguntará por quién votar unos pocos días antes, y los otros son las clientelas que sufragan por interés, o por amiguismo, o por simple pasión.

 

Hoy da lo mismo ser verde, rojo, azul, amarillo, indígena, mestizo, de derecha o de izquierda, pues la corrupción se comió a todos. Los partidos fenecieron, quedan los candidatos, las clientelas, los ingenuos y los aprovechados. ¿Sabemos acaso de las diferencias entre los partidos respecto a los modelos económicos y sociales que plantean unos y otros? ¿Hay diferencias? Eso sí, todos hablan de combatir a la corrupción y a la politiquería, repican acerca de la eficiencia administrativa, de futuras realizaciones, de la educación, de la salud, etc., pero la corrupción crece, la politiquería reina, la educación pierde calidad, la salud se embolata y el etc., sigue igual.

 

Se habla de seguridad pero no de paz. Cada quien quiere que a él, y a su círculo íntimo, nada le pase; pero somos indolentes ante el hambre, ante la ausencia de oportunidades; frente a la violencia, la informalidad, el desempleo y demás plagas, miramos hacia otro lado. Repito, se aspira a la seguridad pero no a la paz. No importa que haya una masacre día por medio, ni que se regale el país a unos pocos y mejor si son corporaciones extranjeras, ni que la brecha con el primer mundo se profundice.

 

Los colombianos votaremos de la misma manera, y por los mismos, pero si éstos están en las cárceles, pues lo harán por sus esposas, o por sus hermanas o hermanos, o por sus hijos. Claro que las responsabilidades penales son individuales, pero el dinero y la maquinaria para elegir a unos y a otros tienen el mismo origen dudoso. Las franquicias electorales (antes llamadas partidos) harán coaliciones y llamarán acuerdos programáticos a los negocios.

 

El perro acordará con el conejo el programa de las zanahorias y el gato hará con la gallina el acuerdo sobre el maíz y las lombrices. ¡Qué tristeza! Nada cambiará. Yo también votaré, lo haré pensando en lo mejor para mi ciudad y para mi Departamento, lo haré creyendo en la capacidad y honestidad de mis candidatos. Si ganan, corro el riesgo de perder, si pierden, estaré a salvo de la desilusión.

Credito
JAIME CALDERÓN HERRERA

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