Persiana americana

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Entramos en la anunciada fase de aislamiento selectivo donde, según el Decreto 1168 de 2020 del Gobierno Nacional, quedamos sujetos al autocuidado responsable de cada ciudadano, debiendo cumplir con todos los protocolos de bioseguridad necesarios para evitar la propagación del Covid-19, algo en lo cual debíamos estar trabajando, incluso, desde el inicio de la pandemia. La cuarentena ya no es una opción, y no podía ser de otra forma, pues la crisis económica y social por la que estamos atravesando no da espera.
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Para lograr esa conciencia de autocuidado y protección personal, familiar y social, se requiere, necesariamente, que exista una apuesta decidida en materia de cultura ciudadana, pues sin esto, se nos puede prolongar la tan anhelada luz al final del túnel. ¡Preocupante! Porque entre lo anunciado por la Administración Municipal para la reapertura del comercio, -pues aún no se visualiza un verdadero plan de reactivación económica-, no se hace mención a la cultura ciudadana como un elemento de contención de la pandemia en la ciudad, algo necesario e indispensable.

Y entonces, ¿qué va a pasar con esos sectores económicos que todavía no tienen permiso para la reactivación y no están en las prohibiciones del Gobierno Nacional? No es claro, pero lo único cierto es que no pueden estar a la deriva, viendo, a través de la persiana, cómo las escasas medidas van pasando por el frente sin que en nada los beneficie.

El éxito de una reapertura depende, por un lado, del comportamiento de los ciudadanos y, por el otro, de un plan estructurado, por parte de la Alcaldía, que condense los elementos necesarios para lograr la reactivación económica, alcanzar el crecimiento y generar el desarrollo, porque no basta sólo con la reapertura del comercio. Por esa razón, sería importante explorar la viabilidad de cualquier posibilidad, para lanzarle un salvavidas a aquellos sectores que necesitan reactivarse, teniendo como objetivo conjunto la salud, la vida y la economía de los ibaguereños.

Puede existir una salida Coasiana, que viene del nombre del premio Nobel de Economía Ronald Coase, que busca principalmente tolerar la actividad, donde se debería analizar la información que tiene la Administración entre aumento de las cifras de contagio con ocasión de la ejecución de actividades económicas versus los beneficios que trae para toda la sociedad la realización de la labor en concreto, teniendo como parámetro una buena dosis de cultura ciudadana.

De otra parte, también está la tradicional fórmula de Arthur Pigou, donde la Administración puede condicionar la reapertura a la realización de programas de cultura ciudadana y prevención del contagio, dirigido a sus clientes potenciales, que compense el riesgo –como un pago- y permita funcionar y generar ingresos a los sectores que representan un elevado azar de contagio, pero que no están prohibidos, con la finalidad de compensar la posible exposición al virus.

Por último podría pensarse que, cuando exista una disyuntiva entre la actividad realizada y las implicaciones de la pandemia, se debe poner a disposición, de los micro y pequeños empresarios, unos créditos respaldados por el Gobierno a una muy baja tasa de interés que permita, a los más vulnerables, intentar sobreaguar la crisis. En definitiva lo que necesitamos son soluciones concretas.

CAMILO ERNESTO OSSA B.

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