La Terminal

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

El problema de conectividad aérea de la ciudad de Ibagué es una dificultad mayúscula y constituye un estancamiento, tanto en los procesos productivos, como en la posterior puesta en circulación en el mercado, de bienes y servicios. No es una cuestión de poca monta, es un factor que afecta el desarrollo económico y social del municipio y, del cual, al día de hoy, ninguno de los “políticos” de turno, ni del pasado, ni los administradores de los entes territoriales se han preocupado por solucionar de manera efectiva.
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Sé que muchos han hecho el ejercicio y coinciden en que tratar de conectar a Ibagué con otras ciudades del país, incluso con Bogotá, es una tragedia, donde aún, en algunos casos se llega más rápido a Ibagué, digamos desde Cali -sólo por citar un ejemplo-, en carro que en avión, hay que hacer escalas y los escasos vuelos a Ibagué no coinciden. Ni qué decir de las tarifas, por las nubes –donde estamos viendo pasar el desarrollo-, un resultado típico del oligopolio que gobierna los cielos ibaguereños.  

Esta situación nos arroja a una ineficiencia en el ejercicio competitivo del mercado local y, esto, podría ser un indicador de la crisis económica, de la baja o nula reactivación de la economía local y los altos porcentajes de desempleo que, según el Dane, durante el mes de enero de 2021, nuestra ciudad volvió al tercer lugar con el 20,9%-. Como lo señala Joseph Stiglitz, hablando de los teoremas fundamentales de la economía del bienestar, una economía es eficiente cuando es competitiva. La conectividad aérea de la ciudad es un aspecto que debió solucionarse de tiempo atrás, pero hoy debe ser una prioridad en la agenda pública.

Ahora bien, el problema tal vez es de falta de voluntad real y dolientes, pues, en muchas ocasiones, los mismos intereses particulares de los que gobiernan pueden llevar a que prime la necesidad de buscar la ejecución de proyectos inmediatos, pero con poca incidencia en la generación de desarrollo a largo plazo y que pueden resultar altamente costosos, lo que lleva a que, muchas veces, se tomen decisiones que no son las más eficientes –no se piensa en el interés general y el bien común-, pero sí son las más racionales en el proceso político –se piensa en el interés individual-.

Hace algunos años escribí un artículo titulado “Políticas públicas de fomento a la competencia”, donde aseguraba que “los beneficios por el establecimiento de mercados competitivos y la garantía de la libre competencia, no son solo beneficios individuales reportados a algunas empresas competidoras en el mercado, debe decirse, incluso, que dichos beneficios se extienden más allá de todos los agentes involucrados en el mercado, son beneficios que cobijan a toda la sociedad desde el punto de vista económico”. Por esta razón, garantizar la libre competencia y la eficiencia en los mercados, busca ante todo el bienestar y el mantenimiento de un orden económico y social justo, reconocido para toda la sociedad, sean o no participantes directos del proceso económico, puesto que sus efectos se extienden a todos los ciudadanos.

Por esta y muchas razones más, que amplíen las pista del aeropuerto y conecten la ciudad con el resto del país de manera eficiente, pues en un análisis costo-beneficio, perdemos, porque el resultado es que se está privando a Ibagué de competir en mercados nacionales e internacionales a gran escala y generar prosperidad en el territorio.

CAMILO ERNESTO OSSA B.

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