Vigilancia, confianza e inversión

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Uno de los principales problemas que enfrenta el país es la ausencia, no sabemos si (in)voluntaria, de control hacía quienes, en el ejercicio de sus actividades, impactan de manera directa al usuario o consumidor, esto debería importarnos y mucho, máxime hoy día que necesitamos la reactivación económica y, lograrlo, requiere el concurso de los consumidores. No es algo menor, hablar de derechos de los consumidores por si solo nos lleva, nada más y nada menos, a la llamada Constitución Económica y nos pone en la necesaria discusión del cómo se desarrolla y efectiviza la economía social de mercado en Colombia. Miremos tres ejemplos.
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Primero, la ausencia de “defensa” del Estado a los consumidores financieros y, de rebote, el control y la vigilancia que debería hacerse a las entidades financieras en el ejercicio de sus actividades, los mismos que le corresponde a la Superintendencia Financiera de Colombia. Hay acciones que despliegan a diario estas entidades y que nos dejan claro que la inspección, vigilancia y control es, cuando menos, precaria. Recordemos el tal congelamiento de las obligaciones crediticias en los meses del aislamiento obligatorio, donde terminaron cobrando unos intereses que, al final, aumentaron el monto de las obligaciones, ni que decir de la dificultad para acceder a las líneas de crédito respaldados por el Gobierno Nacional por parte de las Mipymes, sobretodo en la época más dura del aislamiento. Esta sensación de ausencia de sanción hace que se pierda la confianza del ciudadano, comprador o inversor en el mercado financiero.

Segundo, la garantía por la calidad, idoneidad y seguridad de la obra y la “protección” por publicidad engañosa que deberían tener los consumidores frente a las constructoras, especialmente en los proyectos de vivienda, pues es de conocimiento de la Superintendencia de Industria y Comercio los casos que se ven a diario en Colombia y, por supuesto, en Ibagué, donde, al parecer, se incumple lo que se ofrece o, peor aun, como ha venido ocurriendo en nuestra ciudad, se adelantan proyectos sin la correspondiente disponibilidad de agua, algo connatural no solo a la dignidad del ser humano, sino a la vivienda misma. Si bien se ha considerado que la construcción es uno de los sectores que puede jalonar la reactivación, también es cierto que la vigilancia y control por parte de las autoridades en beneficio de quien compra la vivienda es necesaria. Tercero, el caso de las aerolíneas y los abusos que, muchas veces, se cometen frente al usuario, por ejemplo, la falta de información, los cobros excesivos o adicionales por el equipaje, la indebida aplicación del derecho de retracto, la cancelación o demoras en vuelos sin compensación alguna, son temas que, aunque parecieran ser del “menudeo” son de una importancia mayúscula para el desarrollo económico de un país, la debida conectividad aérea y la confianza del usuario en el producto que está adquiriendo, lo que facilita el entorno de los negocios, eso lo debe saber la Superintendencia de Transporte, encargada de vigilar, controlar y sancionar la vulneración a los derechos de los usuarios en el transporte en general y el aéreo en particular.

Son solo tres casos, de muchos, para entender que quienes controlan, finalmente se convierten en la columna vertebral del correcto funcionamiento del Estado y en especial, para los eventos aquí señalados, del crecimiento económico y hasta de la propia estabilidad democrática de la nación, no se puede desconocer la obvia correlación entre la vigilancia y la confianza en las instituciones que dan paso a la inversión, dicho de otra manera, un menor control da como resultado un mayor abuso al consumidor y, eso, se nota.

 

CAMILO ERNESTO OSSA

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