El necesario aporte ambiental y económico del Cañón del Combeima

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

¿Nos hemos tomado en serio el turismo local como motor de desarrollo y generador de oportunidades?
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El potencial ecoturístico que tiene el Cañón del Combeima es enorme, pero es inversamente proporcional al descontrol y a la ausencia institucional, esta última hace mucho ruido y pasa factura por ser, el Cañón, una fuente, privilegiada, de desarrollo económico del municipio, pero que, sin embargo, debemos saber integrar con la protección y conservación de esta importante reserva natural, que entre otras cosas, es una zona de amortiguación del Parque Nacional Natural Los Nevados. Ya había mencionado algo similar en este mismo espacio, pero en relación con el triángulo del desarrollo al norte del departamento del Tolima a través del tren de alta montaña. Una oportunidad enorme como nodo de desarrollo regional que integre verdaderamente la región Andina, o por lo menos parte de ella.

Así debería ocurrir en el Cañón en el Combeima, convirtiéndolo en un legítimo ícono del ecoturismo, con el aprovechamiento del auge de los servicios que se pueden ofrecer y se ofrecen en la zona. Primero, hay que pensar en una verdadera alternativa para llegar al lugar, sostenible y ambientalmente amigable, no puede, una zona de conservación natural, seguir soportando el flujo vehicular que transita en la actualidad por el lugar –una Alianza Público Privada para la construcción de un cable o un tren que impulse el turismo y sea amigable con el medio ambiente, debe ser una opción a contemplar para el desarrollo local en materia económica y en infraestructura-.

Hay que generar condiciones para competir y aumentar la demanda de los turistas interesados en venir a Ibagué, pero con la ejecución de proyectos que impulsen el desarrollo del municipio –siendo un eje articulador en la disposición final de bienes y servicios que interesen al consumidor, pues no es con la sola inercia del comportamiento individual de cada persona que vive fuera de la ciudad, que se interese en visitarnos y consumir nuestros productos, hay que jalonarlos y, esto, requiere programas, planes y proyectos que incentiven visitar, invertir o consumir en Ibagué.

El pasado 2 de enero, recién iniciado el año 2022, solo como ejemplo, con el aumento de turistas, propios y extraños, visitando el lugar, la fila de vehículos intentando llegar a los diferentes lugares para almorzar, disfrutar el paisaje o, simplemente, pasar una tarde en familia, era interminable y la congestión vehicular iniciaba desde el barrio El libertador, esto, claramente, a parte de ser anticompetitivo para quienes apuestan comercialmente al sector, constituye un riesgo de degradación del medio ambiente. No hubo, en ese momento, una oficina de turismo local –este es un segundo punto fundamental, donde cabe preguntarse, ¿cuál es el papel institucional en el mantenimiento de las condiciones que son necesarias para la generación de oportunidades o la conservación de las existentes?- ni mucho menos presencia efectiva de la secretaría de movilidad que guiara a los visitantes, ofreciera alternativas en la ciudad o simplemente ordenara la movilidad y mantuviera el aforo de acuerdo a la oferta del lugar.

Sin olvidar, el aporte del río Combeima, no solo como derecho fundamental al agua, sino como elemento natural de desarrollo local, que merece un capítulo aparte.

CAMILO ERNESTO OSSA B.

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