El Túnel

Camilo González Pacheco

Vuelve y suena el nombre del Maestro Darío Echandía, que para las nuevas generaciones no es muy cercano, salvo por los monumentos y despachos oficiales que llevan su nombre. En esta ocasión para designar, el Túnel de la Línea, que conectará a Tolima con Quindío, cruce subterráneo de la cordillera Central de los Andes, constituyéndose en el conducto de este tipo más largo de América Latina, con ocho kilómetros seiscientos cincuenta metros de extensión, en la parte principal.
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En el Quindío, no quedaron muy contentos con el nombre de la obra. Pedían algo más cercano a su región. Sugerían bautizar el túnel, como Andes del Quindío. O continuar llamándolo Túnel de la Línea, como se le ha conocido desde siempre. Sin embargo, Alfonso Gómez Méndez logró aplacar el inconformismo al recordar que Echandía durante el ya lejano gobierno de Olaya Herrera, fue gerente ahí en Armenia, del Banco Agrícola Hipotecario, y fue diputado por ese departamento cuando el municipio pertenecía al Viejo Caldas. En muy buena hora, ese poco conocido recuerdo. Los quindianos, por supuesto,  también deben sentirse representados en dicha figura histórica.

Tulio Elí Chinchilla, aprovechando pedagógicamente la ocasión de dicha inauguración con el nombre del ilustre estadista tolimense-,  presentó un resumen de frases cortas y lúcidas con las que Echandía interpretó la realidad colombiana. 

Empecemos por la definición de nuestra democracia. Echandía la definió como “un engendro tal mal hecho que parece un orangután con saco leva”. Mirando la enunciación, aquí y ahora, el orangután en algo puede representar las conductas asumidas por agentes del Estado en recientes y convulsionados hechos de orden público. 

Su visión del país, - la de Echandía - sigue siendo vigente, adornado con su sarcasmo opita. Uno, para imaginar la inalcanzable paz, que se daría, sólo cuando podamos volver a pescar de noche. Y otra, para vislumbrar las élites en el poder: “Colombia, país de cafres (perdón por los cafres)”.  Otro conocido aforismo echandiano, “esto no es Dinamarca sino Cundinamarca”, muy certero para bajar de las ilusas nubes la visión actual, distorsionada y falsa de progreso nacional que tienen los poderosos magnates del sector financiero, mirando no hacia adentro de la realidad social y económica de nuestra Nación, sino los balances trimestrales de sus multimillonarias ganancias especulativas.

Y la frase de cierre del Maestro, “La vida ha sido demasiado generosa para mí, tan generosa que me ha permitido llevar con desenfado, sin pesadumbre, el lujo exquisito de ser pobre… Soy un verdadero empleado público, que entró pobre al Ministerio para salir más pobre de él”. Ese es el legado echandiano para un futuro mejor de Colombia, y para un buen nombre del Túnel. 

CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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