En la otra orilla

José Javier Capera Figueroa

A pocos días de las elecciones para elegir gobernadores, alcaldes, diputados y concejales – la gran ola de publicidad azota las ciudades, pueblos y veredas, no es raro apreciar la dimensionalidad de este fenómeno electoral en los espacios públicos, lo que sería anómalo consistiría en observar campañas propositivas, mensajes críticos y propuestas reflexivas de los candidatos y “representantes” de la democracia colombiana, esto es el reflejo de una sociedad paupérrima, decadente y llena de vacíos, liquida en su actuar y frágil en su forma de pensar. Es un solo sentido una sociedad inmersa en la multiplicidad de crisis.

En las clases de pensamiento crítico impartidas por el Maestro Dussel en la UAM y la UACM, uno de los compañeros de la mesa preguntaba sobre la condición ética del político y el maestro respondía con tanta seguridad y humildad: “Que todo sujeto – político debe ser ético pero la circunstancias impiden llevar dicho acto que es pasivo a un acto en potencia” lo que simboliza que debe existir una coherencia entre el decir, el hacer y el actuar, porque el ser humano es reflejo de lo que hace y no tanto de lo que dice, porque en el hacer las cosas se dicen por sí mismo al estilo de Woody Allen.

Es por ello, que nace la propuesta por re-pensar las condiciones sociales, los espacios de interacción, las instituciones, la economía, la casa en común como dice Francisco I o la necesidad de construir alternativas que nazcan desde adentro y no de afuera como han hecho y hacen las corrientes de pensamiento predominante en las teorías sociales, pero más aterrador darse cuenta de que el modelo educativo de este país no existen condiciones para las Ciencias Sociales, Humanas y ni decir de las Artes:

En el último informe emitido por Colciencias se refleja la tendencia por menospreciar las ciencias humanas, se muestra que de los 189 programas de doctorado que concursaron para recibir becas por parte de Colciencias, sólo 40 pasaron y adivinen ninguno es de ciencias sociales. Es decir, se constituye un vacío inmenso reflejo de un país que invierte en ciencia, técnica y tecnología para el mercado, y no en un país que piensa en abrir espacios para el cultivo de las humanidades, la construcción del debate y la generación de nuevos espacios para la crítica.

Pero que se puede esperar si la inversión en la educación es relativamente baja aunque el gobierno se vanaglorie en presumir su “gran esfuerzo”, los casos son semejantes en diversos sectores: la salud, la seguridad social, las pensiones, los gremios nacionales, los pequeños empresarios todos viven el diario de la crisis y sus respuestas son disparejas, puesto que no existen las mínimas condiciones, los espacios políticos para el debate y las circunstancias para que cada quien pueda hacerse responsable de su propia condición política.

Pareciera que estudiar ya no tiene mayor sentido, los abogados, filósofos, politólogos, antropólogos, sociólogos, artistas, literatos ya hacen parte de este mundo mercantilizado, pero en esta orilla todavía no se les ofrece las condiciones para sobrevivir, un ejemplo de ello resulta ser la falta de empleo, las oportunidades por continuar los estudios, la implantación de acciones políticas que ofrezcan una proyección al profesional y como este se involucra de manera crítica- participativa con la sociedad y desde ahí construya alternativas a los problemas como la violencia, el desempleo, el ambiente, el desarrollo, la educación, la seguridad y las relaciones comunitarias entre otros.

En la otra orilla, nos encontramos los que intentamos aportar y construir un mundo distinto, lo que creemos en la transdisciplinariedad, lo que desean de-colonizar la vida, los discursos, las prácticas y las relaciones sociales presentes y que paradójicamente son la constante de la lucha por otro mundo posible. Igualmente, aquellos que reflexionan sobre las contradicciones del capital, el trabajo, la fuerza, el valor y que intenta plasmar sus ideas y otros por el contrario son funcionales al sistema, a las lógicas político – administrativa y a la burocracia, burguesía y elites criollas de esta nación.

Por último, viven esos sujetos que resisten, constituyen movimientos sociales y se fragua en la política, en el mercado y la miseria de los espacios academicistas los cuales critican e intentar pensar desde otra orilla, la orilla de la necesidad, la pobreza, la locura, el sexo, la violencia, el terror, la miseria y la dignidad por construir alternativas y mundos diferentes o cómo bien decía el maestro Eduardo Galeano en las venas abiertas de América Latina, pensar en esa América que es distinta una en donde ya no se guarde un silencio parecido a la estupidez y un amor ansioso por el oro y la fiebre por el poder.

Notas

Un merecido reconocimiento a las enfermeras y médicos que luchan por visibilizar el cáncer de seno, y aquellos que desde el HUV resisten y proponen un sistema de salud distinto al que se tiene en estas tierras.

En los 465 Años de Ibagué y en su homenaje paquidermo a Andrés López de Galarza un conquistador y perseguidor de pijaos, se refleja lo poco que tiene de musical y cultural la ciudad y el despilfarro de dinero a cambio de publicidad política barata, sería interesante una Cátedra de Música y Danzas en los Colegios de este pueblo grande y como dicen la vox- populis el lugar de paso en donde un fin de semana se volvió un paseo dominguero en los centros comerciales.

(*) Politólogo de la Universidad del Tolima y Asistente académico de la Universidad Autónoma del Estado de México.

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