Dolores - Pobreza, corrupción y algo más

José Javier Capera Figueroa

El camino es lejano pero las ganas por analizar las circunstancias y fenómenos sociales incitan a llegar a otra dimensión; acá abunda la naturaleza, los paisajes son brillantes, el calor humano es más que humano y las prácticas culturales son fuente constituyente de los procesos que se originan a su alrededor, es parte de esa historia de La Vega, aquella vereda ubicada a cinco horas de Dolores (Tolima).

Lo interesante es observar los procesos que se construyen en torno a sus problemáticas, las voces de aquellas familias que gritan en silencio ‘¡No más!’, pero debido a la violencia política, el boicot económico y el pillaje -gamonal de la región- prefiere acapararse en el vacío de las drogas, el licor y la prostitución. Por supuesto, no son en su mayoría familias, sino sujetos que producto de los procesos de un sistema injusto, violento, ramplón y pusilánime conllevan a la causa más mísera la perdida de la dignidad, a esa que él mismo Marx arguye como la condición de humano que no tiene valor, precio o condicionante, sino, por el contrario, es la fuente de diferencia entre iguales y desiguales.

Parte de esto lo manifestaba en su debate con los mismos semitas, al momento de la proclamación de sus derechos, ya que el pueblo judío luchaba por el establecimiento de derechos burgueses, estructuras funcionales al poder y las formas de enajenación de la vida. A esto Marx aseguraba que ya no se trata de luchar por lógicas propias de la burguesía sino luchar por la condición humana, la dignidad, el respeto y el reconocimiento del otro no por imposición -sino por legitimación, construcción, crítica y autocrítica de su misma condición humana.

Pero a qué viene todo esto sobre Marx: la condición humana, la vida, la naturaleza y el capital entre otras. Se articula con la multiplicidad de realidades que abunda en Dolores, acá en el Tolima. Un fortín politiquero, una región in-conectada producto de la corrupción, el despilfarro administrativo y la impericia político-económica, una muestra de ello, resulta ser el desvanecimiento de los sueños, la liquidez de la vida de sus ciudadanos: Ya no tienen sentido la escuela, la familia, el campo, la tierra, los legados culturales y las prácticas que constituyen lo que algunos llaman región. Por el contrario, acá lo importante es la re-producción de la pobreza, el ciclo de la criminalidad, la gestación de nuevas formas de violencia política, un lugar que históricamente ha estado inmerso en el bipartidismo, el gamonalismo y las formas hacendatarias del poder político, algo que se ha vuelto común ante los “ojos” de los demás.

Es parte de lo que Marx, a través de su obra, facilita su compresión. En una de las clases de pensamiento crítico latinoamericano se hacía alusión a las ideas de Hugo Zemelman y su aporte a la compresión crítica de los movimientos sociales, la política, el poder, la economía y los fenómenos sociales latinoamericanos, y con ello se rescataba la importancia de ese último Marx al que Dussel llama un Marx propio de su condición eurocéntrica pero que a través del método de la sospecha y la lectura crítica del mismo constituye esa apuesta por reflexionar sobre las crisis, la violencia, la guerra, el narcotráfico, la concentración del capital, el abaratamiento del poder político y, por qué no, la miseria humana propias de estas regiones.

Por ello, Dolores algo simple pero profundo configura parte de esos fenómenos, un pueblo entre la pobreza, la corrupción, la falta de oportunidades, un escenario propio de la “veredización” de la política y la concentración de la miseria humana.

Suena fuerte, pero los invito a que puedan recorrer sus espacios coloniales algo destruidos pero llenos de esperanza, fe, amor y solidaridad, propio de estos pueblos azotados por la negación de su misma condición y sometidos a las lógicas de poder resultado del criollismo político de la región del Tolima Grande y que ha transitado hasta el Tolima que algunos llama un Tolima de paso.

Nota:

Todos están invitados a la VII Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias, en Medellín, un espacio para la reflexión, el debate y, por qué no, para seguir construyendo ese camino por re-pensar las ciencias sociales latinoamericanos y los problemas de estos territorios.

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