¡Una clase más, un día igual!

José Javier Capera Figueroa

Desde hace un tiempo, el conocimiento que se imparte en los cursos de Sociología, Política, Historia y el Arte son la muestra fehaciente de un saber tradicional y la reproducción de una lógica basada en los manuales, esquemas y rituales que ha existido sobre las formas de comprender o explicar este tipo de conocimientos.

Ya el sociólogo venezolano, Edgardo Lander, mencionaba que los vínculos de la universidad latinoamericana se han ligado a una especie de colonialidad del saber. Por supuesto, la forma de enseñanza de los paradigmas, conceptos y teorías es el reflejo de la preponderancia que persiste en los llamados “clásicos y contemporáneos” en los primeros, se reconoce los planteamientos de un tipo de conocimiento que va en función de generar solo autómatas de las ciencias.

Para los segundos, se aprecia que el conocimiento adquirido asume un rol de reproducción de teorías abordadas y reconocidas como generales.

El asunto de esta discusión radica en que la forma de enseñanza como decía Paulo Freire es la realización del sujeto a través de su propio acto de liberación, pero cómo es posible llegar a este punto de auto reflexión si en las escuelas, universidades, institutos y centros de conocimiento existen prácticas colonialistas desde el momento de reprimir las ideas y el debate, y darle mayor relevancia a la cuestión operacional y objetiva de la “ciencia”.

Así pues en las ciencias sociales y humanidades gran parte de las universidades han vivido con una “herencia colonial” y reproducen otra forma de fortalecer esas estructuras rígidas entre el conocimiento científico y el saber popular.

Por ejemplo: ¿Cómo se podría comprender a esos “intelectuales” que niegan y excluyen la corriente decolonial? O ¿aquellos que consideran que Marx es un charlatán de la filosofía? Lastimosamente son las famosas “vacas sagradas” que viven en las universidades. Un dato curioso es saber que frente a esta lógica política y de exclusión epistémica, se ha venido fortalecimiento todo un giro teórico que ha mostrado nuevas metodologías con un carácter crítico y ciertos procesos que pone en tela de discusión el sentido de lo público.

Las preguntas formuladas anteriormente, no solo tienen un carácter profundamente irruptor debido a la necesidad de ofrecer un cinismo a todo esos “teóricos” que invisibilizan la corriente latinoamericana del saber y asumen una mirada teocéntrica del conocimiento. Ya que la realidad tiene múltiples vertientes y merece múltiples interpretaciones. Igualmente, se logra apreciar que las formas de enseñanza han reproducido sistemáticamente conocimientos tradicionales y dogmáticos en la universidad, la razón de esto es la mirada colonial que se articula a una serie de prácticas y formas de ver y explicar los problemas de estos tiempos.

En definitiva, vivir una clase más de esas mismas, se ha convertido en la repetidera de la repetición de autores como Weber, Durkheim, Bourdieu, Parsons entre otros. Los cuales, se encuentran en proceso de revalidación debido a que su forma de compresión de los fenómenos ha pasado de eje y la contextualización de las problemáticas merece otro tipo de análisis. Y no se trata de desconocer, negar y ocultar esta serie de conocimientos, por el contrario, consiste en repensar sus categorías y superar sus aportes puesto que la realidad es dinámica y por ende las interpretaciones debe ser más críticas.

Coletilla: Una gran ola de problemas políticos sobre la paz, lástima que un momento histórico de gran resignificación para el país se convierta en un tema de interés privado y propiamente un asunto de ciertos sectores que ven con gran deseo el negocio de “los acuerdos” dejo claro que Sí a la paz, la vida y el agua, pero no bajo las condiciones de unos gozando a costillas de otros.

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