Por fortuna, estamos inmersos en medio de las drogas

Federico Cárdenas Jiménez

Hay mucha confusión respecto de la terminología relacionada con las drogas. Por extensión, a todo lo que cause adicción o dependencia se le denomina droga y además se le clasifica como ilegal. Se escucha decir erróneamente en las noticias habladas y escritas que fue incautado un cargamento de droga -haciendo alusión a la marihuana, en uno de los casos-, sabiendo que realmente a lo que hacen referencia es a un cargamento de plantas de marihuana.

En un sentido técnico-farmacológico –digamos científico-, una droga es una molécula química que modifica cualquier función en el organismo o en un organismo vivo. Si se parte estrictamente de esta definición, la marihuana no es una droga, es simplemente una planta.

Pero eso sí, una planta que contiene gran cantidad de principios activos, de moléculas químicas, todas ellas, drogas; por ejemplo, el tetrahidrocannabinol (THC), también conocido como delta-9-tetrahidrocannabinol, que es el principal principio activo, la principal molécula de las plantas cannabis, y cuyo actuar en el organismo modifica de modo particular las funciones psíquicas y biológicas.

Drogas también lo son el acetaminofén o el ácido acetilsalicílico, por ejemplo, que aunque no producen dependencia, son utilizadas con fines benéficos y se consiguen en las droguerías; así también la ampicilina, el propanolol (para la hipertensión), etc., así es que por desconocimiento se meten en una misma “bolsa” a las sustancias que pueden producir dependencia y a las sustancias que no.

Justamente el velo que hay puesto entre lo legal y lo ilegal es una de las consecuencias de esta confusión pero, en realidad -y por fortuna- estamos inmersos en medio de las drogas, por lo que hoy día es una fortuna que la humanidad disponga de una infinidad de ellas.

Cuando una droga tiene una utilidad médica, es decir, cuando puede ser utilizada para prevenir o modificar el curso de una enfermedad o para curarla, entonces a esa droga se le llama fármaco y se le puede conseguir en la farmacia. Y cuando ese fármaco preparado y dosificado, listo para ser consumido, viene en una presentación, en una caja o en un frasco, entonces se está hablando de un medicamento; las cápsulas de codeína, por ejemplo, cuyo origen es el mismo que el de la heroína -obtenida de la amapola, del opio-, se consiguen como medicamento en una farmacia o droguería y se usan para calmar un dolor.

En el caso de la cocaína: si lo que la policía incauta es un cargamento de coca, se refieren a una planta -la coca no es una droga-, pero si lo que incautan es cocaína pura, esa sí es una droga, una droga que por mucho tiempo se utilizó con fines médicos, como fármaco, y que venía en presentaciones para uso anestésico, también como euforizante, como tonificante cardíaco, hasta que se descubrieron los riesgos que conllevaba su uso y entonces salió del mercado.

El caso del Opio: del Opio se obtuvo la morfina en 1803 y a pesar de su eficacia terapéutica –¡que ojalá nunca falte la morfina para muchos pacientes con cáncer y dolores terribles!- se vio que la morfina producía mucha adicción y se buscaron sustitutos de la morfina, de lo que se obtuvo la heroína, pero muy pronto el mundo se dio cuenta que era más adictiva que la morfina, porque era más potente, e inmediatamente en muchos países se empezó a retirar del mercado como medicamento. Hoy día es ilícita y se consigue en el mercado negro.

Continuaré con las explicaciones en la próxima entrega.

federic.cj@gmail.com

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