Turismo psicoactivo o experiencia trascendental

Federico Cárdenas Jiménez

Si usted consume sustancias psicoactivas, públicamente lo anuncia, se enorgullece de su práctica, a todo el mundo le hace saber que es un súper conocedor de las drogas e incluso aboga porque otras personas las consuman y hace temazcales y todo esos rituales tribales sobre la vida, la tierra, etc., entonces me encantaría conocerlo (a), aprender de usted, ya que es lógico que entiende la relación espiritual, psíquica y profunda que permiten las drogas con el entorno natural y social; supongo que su nivel de autoevaluación es tan alto, tan constante, tan responsable y sensato que no es esclavo de lo que dice porque prefiere el silencio, la quietud; usted debe tener mucha mística me imagino, cada cosa que hace es llena de sentido: es buen vecino, buen ciudadano (a), buen hijo (a), buen padre o madre, con sus defectos, claro, pero por su alto nivel de autoevaluación y conciencia, habrá alcanzado tal depuración que es fácil ver su bondad; me imagino que donde usted llega es sembrando conciencia, sensibilidad, amor; que no es de esas personas que mantienen irritables todo el tiempo, con ganas de pelearse con cualquiera otra; me imagino que su lenguaje es la expresión de tremenda madurez espiritual, social y ambiental. Y voy a adivinar: usted no consume si no es bajo un contexto ritual y sagrado… ¡Si o no, o me equivoco!

Imagínese que una vez, una persona de esas que consume sustancias psicoactivas, que públicamente lo anuncia, que se enorgullece de su práctica, que a todo el mundo le hace saber que es un súper conocedor de las drogas e incluso aboga porque otras personas las consuman, que hace temazcales y todo esos rituales tribales sobre la vida, la tierra, etc., me invitó a que nos tomáramos unos tragos y me dijo: “y nos tomamos un yagecito que tengo guardado”… yo quedé estupefacto. A quién –conocedor de sustancias tan potentes y reveladoras como lo es la ayahuasca, que ha sido utilizada por los indígenas de una forma ritual y sagrada- se le ocurre pensar que puede hacer uso de ella como si fuera una marca diferente de aguardiente que alguien trajo de otra parte… me sentí acompañado de la persona más necia, más inmadura y más superficial; por supuesto, le dije que no.

Esta sociedad de consumo es tan fuerte, tiene tanto poder sobre el ser humano, que nos hace pensar que somos diferentes cuando simplemente estamos en otra línea de consumo, pero finalmente somos consumidores. Casi la totalidad de personas que conozco y que son consumidoras de sustancias psicoactivas como marihuana, hongos, ayahausca (yagé), San Pedro, hachís, por mencionar solo unas, han entrado en este juego de consumo como estereotipos que portan y comportan un discurso, más no como sujetos que recorren un camino sensato en busca de sentido. Una cosa es tener episodios de reflexión, para los cuales no es necesaria la droga, y otra es fundar y sostener una conducta ética frente a la vida que, sin ser súper hombres ni nada de eso, se refleje en todo lo que hagamos.

Hable lo que hable, si usted cada media hora se echa un plon de lo que sea para supuestamente estar “conectado” con algo que sólo usted sabe, lo que tiene es una dependencia orgánica y psicológica, punto. Hoy día es común escuchar que el que fuma marihuana ya probó yagé y ya estuvo en un temazcal y ya se viste diferente y ya porta un estereotipo y etc., etc., etc. es un círculo en el que ya se sabe la punta donde va a terminar. Pero mi pregunta es ¿de qué sirve todo esto si no se asume responsablemente? Esa persona ahora consume una droga pero sigue siendo la misma que antes de consumirla o peor, lo que quiere decir que es puro cuento esa tal conexión que promulga y promueve, lo hace por placer, por un compromiso social ya adquirido, por pertenencia a un grupo o por una dependencia orgánica que se va a ir consolidando.

Hay una estrecha relación entre las sustancias psicoactivas (SPA) y el mundo psíquico; no se trata de experimentar un mareo o una traba y coger las drogas como un juego, se trata de una vivencia trascendental para la persona. Sí es cierto que las sustancias abren el mundo de lo psíquico, conectan o integran a la persona con su psique, algo de mucha importancia si se tiene en cuenta que actuamos bajo unos condicionantes desconocidos pues están dentro de nosotros desde antes de nacer, pero muchas veces también la persona no sabe cómo significar ni interpretar la experiencia porque no está preparada para ello, ni es consciente de la necesaria preparación para ello de lo que se infiere la poca o ninguna conciencia de su búsqueda, por lo que todo termina siendo un simple y superficial turismo psicoactivo. Un tema de mucha importancia y que seguiré ampliándolo en la próxima entrega.

federic.cj@gmail.com

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