El decrecimiento de Petro

Carlos Eduardo Lagos

Por estos días ha causado diferentes reacciones en los sectores de la economía la frase de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, en relación con el decrecimiento económico, esto porque la ministra aseguró “que es necesario que los países empiecen a decrecer sus modelos económicos”; luego aclaró que se refería a los países desarrollados, pues en Colombia no habría posibilidad de decrecer mientras no se cierren las brechas de desigualdad sociales y económicas.
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Pues bien resulta que la teoría del “Tal” decrecimiento es solo eso, una simple teoría que tuvo eco en los años setentas, esta postula que la industrialización produce consecuencias en el medio ambiente y adicionalmente se produce de la mano de la cada vez más evidente desigualdad de la distribución de la riqueza; el principio es simple al aumentarse la producción de bienes y también de servicios necesariamente se incrementa también según esta teoría el consumo de los recursos naturales. 

En consecuencia, si este consumo se hace de manera acelerada no permitiría la regeneración de los recursos utilizados lo que podría desencadenar en el agotamiento de los recursos de nuestro planeta. Este impacto ecológico se hace evidente en fenómenos como las sequías más prolongadas, la deforestación, la erosión del suelo, la disminución de la biodiversidad y los recursos que provienen de los océanos, su contaminación y de manera especial el cambio climático.

Existen serias críticas a esta teoría; como la expuesta por Maxi Nieto de la universidad Miguel Ángel Hernández de España, quien advierte que esta teoría Eco socialista del decrecimiento, se basa en tres ejes principales: El primero de ellos parte de un fundamento errado al confundir que la causa última de los problemas de extralimitación ambiental es el crecimiento visto de manera abstracta, dejando de lado el fundamento real que es la lógica económica capitalista que lo gobierna; en segundo lugar está solución pareciera socialmente injusta y reaccionaria; pues distribuye las responsabilidades por igual y finalmente considera que este proyecto es esencialmente utópico por que no establece unos fundamentos institucionales y económicos realmente alternativos al capitalismo, pero además resulta inviable toda vez que acaba aceptando la misma producción mercantil que está detrás de la degradación ambiental.

Por su parte, el profesor Jorge Enrique Esguerra, del Centro de Pensamiento Libre considera que las posiciones filosóficas posmodernas (y todo indica que la ministra las comparte, igual que Petro) son producto de la intelectualidad de los países industrializados, que aprecia que el desarrollo acaecido en la modernidad está agotado, y que hay que superarlo bajo otros presupuestos.

Dicho esto concluimos que “el crecimiento debe hacerse en el sentido de transformar las prácticas erráticas y no en impedir el crecimiento”.

 

CARLOS LAGOS

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