Repudio a todo tipo de violencia

Carmen Inés Cruz Betancourt

Todo tipo de violencia es repudiable, y es lamentable que precisamente cuando se conmemoraba el Día de la Mujer y se denunciaban las múltiples formas de violencia y discriminación que enfrentan en nuestro país, haya sido un grupo de mujeres el que opta por vandalizar la Catedral de Ibagué y otros monumentos y escenarios del centro de la ciudad.
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Es un acto que contradice, en forma flagrante, el discurso que predican los movimientos de mujeres sobre la imperiosa necesidad de erradicar la violencia y la intolerancia como vías para dirimir las diferencias, porque sabemos muy bien que han sido la fórmula que a lo largo de la historia explica tantas guerras, masacres, confrontaciones inútiles, millones de vidas perdidas y agraviadas, y bienes destruidos. Y de ello, en Colombia y en el Tolima conocemos a fondo porque hemos sido y seguimos siendo víctimas.

Cuando avanzamos en la tercera década del siglo XXI tenemos derecho a esperar que habiendo padecido ese flagelo estuviéramos listos para superarlo, pero esa ilusión se viene a tierra cuando observamos hechos como el referido, que resulta mucho más doloroso cuando las protagonistas son precisamente mujeres. 

Solo el respeto a los Derechos Humanos y la toma de conciencia sobre la responsabilidad de cada persona de respetar al otro, puede propiciar una vida mejor. Y es esto lo que reclamamos las mujeres, que se erradique todo tipo de violencia contra las mujeres, contra cualquier otro ser sintiente y contra la naturaleza. Por ello, lo acontecido ayer solo merece rechazo, independiente de la pertinencia de sus reclamos, de la fogosidad de la gente joven que estuviere participando, de las diferencias de conceptos y valores y creencias de cualquier tipo. 

Lo acontecido lleva a preguntar: ¿Dónde queda el discurso de ese grupo de mujeres que claman por la erradicación de la violencia intrafamiliar, del feminicidio, de la inseguridad, del abuso de que son víctimas, si también se expresan con violencia? ¿No es precisamente eso, una de las cosas que queremos cambiar? ¿Qué mensaje se les está enviando a los niños, a los jóvenes y a quienes rechazan los reclamos de las mujeres? Acaso con ello solo logren acrecentar el repudio ciudadano a su causa.

Si no se comparte el credo religioso o político, el afecto por uno u otro deporte, equipo o deportista, o discrepamos sobre cualquier otro asunto, se está en su derecho, pero manifestar esas diferencias con violencia es absolutamente inaceptable. Lo único que nos salva es la aceptación de la diferencia, la práctica de la tolerancia, el diálogo y la persistencia en el uso de los instrumentos que nos permite la democracia, así esta sea precaria, que lo es porque nos hemos desentendido de ella. Afirmar estos valores es cuanto las mujeres queremos y para lograrlo tenemos que trabajar con ahínco y con absoluta coherencia entre cuando decimos y hacemos.

 

CARMEN INÉS CRUZ

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