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Y no se trata de cualquier obra, es un formidable edificio diseñado por el arquitecto Guillermo Fisher, con los más altos estándares constructivos y excelentes acabados, atención especial a la paisajística exterior del edificio con árboles y un espejo de agua tipo humedal. Cuenta con aulas de clase para grupos de 94, 46 y 24 estudiantes y auditorios subterráneos con capacidad hasta para 480 personas, todos los escenarios dotados con tecnología de punta; así el conjunto puede albergar cerca de 1.430 estudiantes en forma simultánea. Por allí pasarán casi la totalidad de los estudiantes de aquella sede que deben tomar clases en la Facultad de Ciencias, donde se imparten cerca de 630 asignaturas que reciben 1900 grupos de clase y se desarrollan 29 programas de especialización, maestría y doctorado.
La Universidad Nacional es mi alma mater y por ella profeso gran afecto y admiración, pero no creo exagerar cuando afirmo que el hecho en referencia significa que ella enseña con el ejemplo y confirma que también en el sector público es posible ejecutar grandes obras con honestidad y extrema eficiencia. Por ello, es un hecho que no puede pasar desapercibido. Qué bueno fuera que muchos aprendan de este ejemplo para que dejemos de recibir reportes como el de la Contraloría General de la República que nos dice que “Los elefantes blancos, las obras inconclusas y proyectos críticos (aquellos que aún tienen posibilidad de salvarse, pero requieren de altos recursos) suman 1.527 y los recursos comprometidos en ellos ascienden a $23,3 billones, cifra que equivale a casi dos reformas tributarias”.
Y, que tampoco noticias de nuestro entorno, como la divulgada recientemente por los medios de comunicación del Tolima que reportan que: “El atraso en las obras de construcción y mejoramiento de 26 instituciones educativas de Ibagué sigue siendo motivo de preocupación debido a que tan solo dos están en ejecución y 18 están literalmente varadas por cuenta de incumplimientos de los contratistas, trámites de licenciamiento e inviabilidad técnica”. (El Nuevo Día 05-07-2021). Todo esto, a pesar de que se trata de estructuras sencillas, a las que poca imaginación le aplican, pues casi que trabajan con una plantilla que las hace muy poco atractivas para los escolares, que deberían gozar de ambientes no solo confortables sino funcionales, acogedores y bellos, porque hacen parte de la pedagogía y pueden constituir inspiración para nuestros jóvenes, los docentes y la comunidad.
Gracias entonces a la Universidad Nacional por la formidable lección que nos ofrece.
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