Sobre las graves deficiencias en los servicios de salud (2)

Carmen Inés Cruz Betancourt

Con gratitud recibo comentarios de amables lectores que se sienten identificados con los asuntos tratados. Algunos destacan que omití algo importante y es cierto, sucede a veces por desconocimiento, por olvido, o por limitaciones del espacio.
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A propósito de mi columna anterior sobre “el martirio de las colas y las graves fallas en los servicios de salud”, un lector (médico) me escribió: “Cuanto anota es la dolorosa realidad que padecemos … pero le faltó mencionar la mala praxis de algunos médicos y el trato displicente a muchos pacientes a quienes dicen: Solo puede consultar una patología por cada consulta”; así que si le duele la cabeza y el estómago solo puede hablarle de uno de esos dolores, ¿qué tal?. Es evidente que detrás está el interés por minimizar esfuerzo y tiempo con el paciente y así generar otra consulta y otro “copago”. 

También me pidieron destacar la burocratización que se observa en aquellas entidades, que exigen múltiples trámites y repetidas autorizaciones para lograr casi cualquier servicio, y en cada caso mediados por largos tiempos que hacen que, por ejemplo, cuando se tienen los exámenes solicitados por el médico habrá transcurrido más del mes y requieren mayor copago, o alguien, después de haber recibido una compleja cirugía en la cabeza, debe esperar dos y tres meses para que le realicen el primer control, que muy posiblemente lo hará otro médico porque quien la hizo ya no trabaja con esa entidad. 

Así mismo, mencionan que como resultado de la congestión, burocratización y lentitud en la atención, en un contexto de alto desempleo y pobreza, han surgido diversos negocios que incluyen: aquellos que hacen cola desde muy temprano para luego vender el puesto a quien quiera mitigar el martirio de hacerla; aquellos tramitadores que aliados con funcionarios de las entidades logran agilizar los trámites, pagando la correspondiente “coima”. Está también la acumulación de vendedores que bordean las “colas” ofreciendo a los agobiados pacientes, desde serenatas, tinto, arepas, paraguas y demás, por supuesto invadiendo andenes y calles, que agudizan la congestión de las vías donde se ubican. Aquellas son personas que entendieron muy bien que “cada problema puede generar una oportunidad” y su única salida para conseguir “el día a día” es “el rebusque”.

Sumadas las falencias anotadas, propias o derivadas de la deficiente estructura del Sistema de Salud, quedan otras por mencionar que hacen parte de esa grave problemática de un sector urgido de severa intervención, teniendo claro el deficiente  papel que desempeña la Supersalud. Y sabemos que han sido varios los intentos para introducir cambios significativos al Sistema de Salud, sin éxito en el Congreso, entre otras razones porque muchas de las empresas prestadoras de dichos servicios son propiedad de poderosos mercaderes y políticos a quienes solo mueve su insaciable ánimo de lucro. 

De la tramitología, la dilación en la prestación de los servicios y otros problemas anotados, no se exceptúan las “Medicinas Prepagadas” a pesar de su altísimo costo, y parece que actúan así para presionar que sus afiliados acudan a otros servicios.

Podríamos lograr que los nuevos gobernantes y congresistas que elijamos en 2022 asuman la tarea de transformar ese servicio y muchos otros asuntos que requieren cambios de fondo pero, para ello es imperativo que la ciudadanía vote en forma responsable y así asegure que solo llegan a esas posiciones personas absolutamente confiables y comprometidas, de tal modo que sus promesas no se queden en discursos de campaña que luego olvidan sin pudor.

CARMEN INÉS CRUZ

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