¿Qué podemos esperar del Turismo?

Carmen Inés Cruz Betancourt

Con frecuencia se afirma que el Turismo puede convertirse en gran generador de empleo y riqueza para Ibagué. Para sustentarlo argumentan la proximidad a Bogotá, su estratégica ubicación, la benignidad del clima, la belleza y diversidad del paisaje y, por supuesto, que somos la Ciudad Musical.
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Pero seamos realistas, el turismo es cada vez más exigente y son múltiples las opciones que compiten. Entonces cabe preguntar: aparte de quienes vienen a visitar a sus familias, ¿qué es cuanto ofrecemos para que los turistas prefieran venir a Ibagué? 

En primer lugar, los turistas que visitan esta ciudad encontrarán calles y parques colmados de basura; unos parques deteriorados, para ejemplo el Centenario, el de la Música, el López de Galarza y muchos otros, que además intimidan por falta de alumbrado público y porque son albergue de indigentes, de consumidores y expendedores de droga. También observarán una Concha Acústica derruida; una avenida principal (la carrera tercera) que parece una plaza de mercado atiborrada de vendedores ambulantes que dificultan la circulación de peatones. Una malla vial en estado deplorable, semáforos que funcionan mal y un tráfico desordenado; autos y motos parqueados a lado y lado de las angostas vías y encima de los andenes, dificultando el paso y generando riesgo para los peatones; y unos andenes -si los hay- en mal estado. Unas plazas de mercado desordenadas, cuyas ventas operan más afuera que dentro de ellas, pero se dice que podrían ser espacios para ofrecer nuestra rica gastronomía. Unos escenarios deportivos que fueron demolidos por un alcalde de ingrata recordación y cuya rehabilitación no pasa de ser tema de anuncios, excepto un par que fueron recuperados. Un Cañón del Combeima abrumado por una urbanización desordenada que hace difícil transitar.

Tampoco ayuda la indisciplina social que se observa en diversos ámbitos, ni las limitadas frecuencias de vuelos y los altos costos de los pasajes aéreos. Para completar, los servicios de acueducto y alcantarillado son muy deficientes y tienden a empeorar porque, por doquier avanza la construcción de grandes bloques de vivienda sin considerar que no contarán con los servicios que propicien una vida digna. En esas condiciones, ¿cómo hablar de las grandes posibilidades de Ibagué para atraer turismo deportivo, gastronómico, de naturaleza, de eventos musicales y culturales? 

Las carencias mencionadas han sido denunciadas por la comunidad y por algunos empresarios del sector que valientemente continúan trabajando pero, señalan que cuanto observan es falta de voluntad política para garantizar la infraestructura básica que se requiere, fortalecer y darle mantenimiento a la existente. Así mismo es indispensable garantizar mayor articulación entre los diferentes actores pero, sobretodo,  trabajar con determinación y persistencia siguiendo un plan estratégico que sobrepase un período de gobierno y no en acciones aisladas al vaivén de las preferencias de los  dirigentes de turno.

En suma, es cierto que tenemos un gran potencial y también que el turismo puede ser un valioso generador de riqueza y puestos de trabajo directos e indirectos, pero mientras no se resuelvan las deficiencias señaladas es ilusorio pensar que nos pueda traer los beneficios que se predican. De nuevo, el turismo se desarrolla con determinación, acción y persistencia, y las condiciones actuales de la ciudad no le permiten competir con éxito. Así debemos entenderlo y actuar en consecuencia, porque lo que está en juego es el futuro de la ciudad, una ciudad donde la pobreza y el desempleo crecen en forma amenazante.

 

CARMEN INÉS CRUZ

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