Gobernador: que nos una la educación superior

César Picón

La Gobernación del Tolima está en el deber moral de responder positivamente la solicitud de seis mil millones de pesos que hizo el Consejo Superior de la Universidad del Tolima para poder financiar la matrícula de los estudiantes en el semestre B del presente año. Negarse sería una absurda e incomprensible decisión.
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Gracias a que la Universidad, con su propio esfuerzo presupuestal, había aprobado no solo la inscripción gratuita sino también el 20% de descuento para estudios de pregrado y posgrado, las inscripciones cerraron el pasado viernes con un total de 12.608 aspirantes, una “cifra histórica” en palabras de funcionarios de esa institución. No obstante, nadie puede garantizar que esa mayor inscripción se traduzca en matrículas, hay que tener en cuenta que hace poco la Asociación Colombiana de Universidades había estimado una deserción de entre el 25 y 50 por ciento para las instituciones de educación superior. En el semestre A de 2020 la Universidad matriculó más de 21 mil estudiantes en pregrado y más de mil en posgrado, muchos de esos estudiantes se pueden perder si no se cuenta con el apoyo estatal para financiar las matrículas.

La tasa de desempleo juvenil en Ibagué está por encima del 44% (la más alta del país), quiere decir que casi la mitad de los jóvenes no tiene trabajo. Teniendo en cuenta que ese indicador también explica (en parte) el desempleo a nivel departamental, una alta deserción en la Universidad del Tolima terminaría por lanzar a miles de estudiantes a un mercado laboral que, por ahora, no tiene nada que ofrecerles. También implicaría la probable pérdida de muchos empleos, si hay pocos estudiantes pues no se necesitarán catedráticos y muchos otros oficios que apoyan esa labor. Todo lo anterior agravaría aún más la crisis económica y social que vive nuestra región.

Más del 80% de los estudiantes de la UT son estratos 1 y 2, personas que seguramente están haciendo todo el esfuerzo para construir un mejor futuro para sí mismos y sus familias pero que, además, constituyen ese invaluable capital humano que se necesita para el desarrollo y progreso de nuestra región. Se trata de defender la formación de administradores, ingenieros, médicos, licenciados y muchos otros profesionales que en pocos años saldrán a agregar valor a nuestra economía y contribuirán a recuperarla y vitalizarla.

Si las universidades de Cundinamarca, Santander y Magdalena pudieron, no hay razones para que en el Tolima se niegue esa oportunidad. El Plan de Desarrollo “El Tolima Nos Une” estableció como meta un aumento de 1.2% en la tasa de cobertura en educación superior, el Gobernador no puede perder de vista que si no apoya la petición de los estudiantes de garantizar la matrícula cero, no solo la tasa no aumentará, sino que caerá estrepitosamente, lo que sería un rotundo fracaso para él como gobernante.

La pandemia exige sacar a flote lo mejor de nuestros dirigentes. En este momento, por encima de las obras de infraestructura están las inversiones en salud y educación. Si bien aplaudo los avances en el hospital Federico Lleras hay que decir que, si el Gobernador verdaderamente quiere unir a todos los tolimenses bajo un propósito fundamental, que sea el de la educación superior.

CÉSAR PICÓN

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