En defensa de la paz

César Picón

En los cuatro años de vigencia del acuerdo de paz con las Farc no ha pasado un solo día en que el uribismo no se haya esforzado por volverlo trizas. Primero fueron las objeciones de Duque a la Jurisdicción Especial para la Paz, con las que intentaron quebrar la columna vertebral de los acuerdos.
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Luego vino la desfinanciación y, en general, la ralentización de la implementación: el Plan de Desarrollo de Duque redujo -hasta en un 20%- el presupuesto de las cuatro Agencias que son fundamentales para el cumplimiento de lo pactado (Tierras, Desarrollo Rural, Renovación del Territorio y Reincorporación), y en los municipios más afectados por el conflicto los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial marchan a un ritmo lamentable. La estigmatización de la oposición, el desconocimiento de la legitimidad y validez de las protestas sociales que reclaman cambios estructurales, la permisividad frente a los abusos de la fuerza pública contra la población civil, y los constantes y sistemáticos ataques a las personas e instituciones que defienden el Estado de Derecho, se constituyen en las más recientes afrentas a la paz y la reconciliación nacional. A este Gobierno y al uribismo le interesa que continúe la pugna, ese “paraíso” en el que la “mano firme y el corazón grande” seguro encuentra respaldo y apoyo popular. La ciudadanía debe reconocer que el acuerdo de paz logró disminuir (al menos temporalmente) los elevados niveles de violencia y terror que existían en el país. Que también estableció un camino para disminuir progresivamente las marcadas desigualdades que existen en Colombia, especialmente en lo rural. Que dio el lugar que correspondía a las millones de víctimas que reclamaban por verdad y una reparación integral. Que sentó las bases para una democracia moderna en la que la oposición pueda ejercer derechos y así enaltecer el debate político. Con cinismo, el uribismo (que poco ha hecho por cumplir los acuerdos) pretende endilgar al acuerdo de paz la exacerbación de la violencia que hoy en día se vive en el país, más de dos años de gobierno y todavía sigue culpando a Santos de las masacres, el narcotráfico y todos los males que aquejan a Colombia. La gente no se puede dejar engañar.

Hace 4 años, en el marco del Plebiscito por la paz, con un grupo de líderes de Ibagué y el Tolima constituimos la “Generación del Sí”, un comité promotor para apoyar en las urnas los acuerdos de paz y el fin del conflicto con las Farc. Ahora más que nunca se hace necesario que todos los que creemos en ese camino nos mantengamos en activismo permanente para defender la paz, la democracia y las instituciones. Hay que hacerlo dentro de nuestras familias, nuestros círculos de amistades, en las calles y en las redes sociales. Hay que forjar, también, una alianza democrática sólida, blindada de rencillas y egos, que represente los intereses que vienen reclamando en las calles los jóvenes, los maestros, los indígenas, la clase popular y obrera. Hay que “colonizar” el Congreso de Colombia con miembros que se le midan a ayudar a producir las reformas sociales que el país necesita y elegir un Presidente que las lidere. Ellos quieren destruir la paz, nosotros tenemos que defenderla.

CÉSAR PICÓN

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