La falaz reactivación económica

César Picón

Enfrentar de manera exitosa la pandemia no solo consiste en lograr que menos gente se contagie o muera por Covid-19, sino en suavizar el desplome de la economía y la pérdida de empleos para que menos gente tenga que padecer otro tipo de sufrimientos. Con el desempleo por las nubes y la incertidumbre imperante, los pronósticos económicos son desalentadores y la pobreza en Colombia promete crecer a niveles de comienzos de siglo, ¡qué barbaridad!
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En Ibagué, el Alcalde ha expresado que impulsará la reactivación económica a través de varias obras de infraestructura que asegura iniciarán en los próximos meses. Tiene sentido. El sector de la construcción genera múltiples encadenamientos productivos y es un gran demandante de mano de obra, de modo que puede funcionar. Hasta aquí, de acuerdo.

No obstante, crear empleos temporales y una fuerte demanda de bienes y servicios relacionados con la construcción resulta insuficiente para una ciudad en la que la rama económica más potente es el comercio (formal e informal), hoteles y restaurantes, seguida por los servicios sociales y personales, y la industria manufacturera. Esos sectores, que son los que generan la mayor cantidad de empleos, deberían contar con un apoyo real y suficiente para evitar un colapso de mayores proporciones al que ya están experimentando (cerca de 900 empresas habían cancelado sus matrículas mercantiles a junio de este año en Ibagué).

Si bien es cierto que desde el Gobierno Nacional se extendió el programa de apoyo al empleo (subsidio a la nómina de las empresas), es claro que la responsabilidad de mantener a flote la economía no le corresponde exclusivamente a la Nación, menos en una ciudad con un desempleo abrumador. Por eso la necesidad que el Gobierno de Ibagué haga lo que hasta ahora no: que se meta la mano al bolsillo y con recursos propios ayude a evitar un desastre mayor en el tejido empresarial y sus consecuencias sobre el empleo y la dinámica económica. Especialmente las microempresas lo reclaman con urgencia.

El sábado se aprobó para Bogotá el “Plan Marshall”, que incluye el congelamiento del predial para 2021, descuentos de hasta una cuarta parte del impuesto de Industria y Comercio, exención de Predial para colegios, jardines infantiles y establecimientos relacionados con la cultura y el arte, y un programa de microcréditos para quienes se encuentren en la informalidad. Allá también van a hacer obras, y muchas. Si el Alcalde y el Concejo apostaran por replicar estas y ojalá más ayudas, no solo salvarían centenares de empresas sino que ayudarían a aliviar el drama de la economía de miles de familias ibaguereñas.

Lo otro es seguir garantizando la apertura de la economía en lugar de generar trabas. Anunciar como gran cosa nuevos toques de queda no tiene nada de audaz. Más bien habría que dedicar esfuerzos y recursos a lo que sí funciona: fortalecer la red de salud para ampliar la capacidad de respuesta especialmente en cuidado intensivo e implementar con rigor la estrategia PRASS (Pruebas, Rastreo y Aislamiento Selectivo Sostenible), establecida por el Ministerio de Salud. Esto último es lo que más debilidades presenta en esta ciudad.

Decir que hay un plan de reactivación económica en Ibagué es una falacia, se requiere mucho más que simplemente autorizar la apertura de los negocios.

 

 

CESAR PICÓN

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