Lamentos fuera de lugar

César Picón

En una clara señal de debilidad política el Alcalde de Ibagué terminó implorando apoyo al presidente Duque porque la oposición dañina “no lo deja trabajar”.
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Este inverosímil pedido no pudo haber estado mas fuera de lugar porque, aunque logró que Duque se pusiera de su lado llamando “aves de mal agüero” a quienes ejercen la oposición, denota un claro desentendimiento del propósito que se debe tener a la hora de recibir una visita presidencial, que no es otro que el de comprometer la voluntad del primer mandatario para que ayude a solventar los problemas sociales y económicos de la ciudad, no los personales y políticos del gobernante de turno.

Resulta bastante extraño y hasta engañoso que un gobernante afirme que no lo dejan trabajar cuando en la practica tiene condiciones inmejorables para lograr cualquier cometido que se propusiera: el clan político al que pertenece controla todo el poder administrativo y las instituciones del departamento como para que pudieran juntar esfuerzos y recursos para verdaderamente avanzar, que no lo estén logrando no es culpa sino de ellos mismos; además, tienen un senador de su partido y casi todos los representantes a la Cámara por el Tolima le apoyan, sin embargo, está próximo a terminarse el mandato uribista y parece que van a terminar con las manos vacías (y eso que todos han sido aliados de ese gobierno), eso no es culpa de la oposición. Cuenta con un Concejo que, salvo las conocidas excepciones, le ha aprobado sin reparos los proyectos que ha presentado, un empréstito de mas de $100 mil millones el año pasado y posiblemente otro que ya anunciaron. Aunque se empeñe en decir lo contrario, ha podido cortar cintas, prometer la entrega temprana de obras de gran importancia, hacer eventos deportivos de carácter nacional e internacional, gracias a que encontró múltiples proyectos listos para inaugurar, otros en ejecución avanzada, otros más con recursos asegurados y algunos con diseños aprobados.

Que no vaya a pasarle al Alcalde lo que a Duque, que pese a que su partido maneja todos los organismos de control y cuenta con mayorías en el Congreso, se le volvió costumbre achacar su impopularidad y el fracaso de su gobierno a Petro y los demás opositores, quienes, como en el caso de Ibagué, no tienen mas herramientas que un discurso firme y sincero que denuncia las irregularidades que observa y reclama por las arbitrariedades que se cometen por quienes se encuentran en el ejercicio del poder. Que no vaya a pasarle que, como a Duque, la historia se encargue de demostrarle que el supuesto desastre que dijeron haber recibido de su antecesor, termine siendo todo un paraíso comparado con lo que ellos dejan a su salida.

La legitimidad de un gobierno no se logra con palmaditas en la espalda del Presidente (menos si se trata del mas impopular de la historia reciente), ni con el respaldo de los políticos que aplauden al ritmo de la participación burocrática que gozan. La legitimidad solo la otorga el pueblo y se gana con trabajo y resultados, con honestidad y coherencia, con austeridad en tiempos de crisis, con empatía por los ciudadanos, con consideración por quienes tienen una visión política distinta, con respeto por las instituciones y la Ley.

CESAR PICÓN

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