Del odio al amor

César Picón

Cuando ganó la Presidencia Iván Duque, el uribismo y todo el colectivo que reprobaba el acuerdo de paz logrado por Juan Manuel Santos, sintieron que había llegado la hora de pasar factura. El tristemente recordado discurso en la posesión presidencial, del entonces Presidente del Senado, Ernesto Macias, desnudo el odio y la sed de venganza que traía el nuevo gobierno.
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En aquel entonces se desconoció por completo al Presidente saliente, ni que decir del perdedor de la contienda (Petro), como si no representaran nada ni a nadie. Tampoco mostraron empatía ni respeto por quienes habíamos votado SI en el Plebiscito por la Paz, por ende no corrió mucho tiempo para que empezaran los feroces lances a los acuerdos por parte del partido de gobierno. Como “había que cumplirle” a sus financiadores, recién posesionados tramitaron una reforma tributaria con exenciones por 9 billones de pesos en beneficios tributarios a las grandes empresas, hueco fiscal que luego intentaron reponer gravando con IVA la carne, los huevos y la leche, lo que desató un Paro Nacional, el resto de la historia ustedes ya la conocen. Recuerdo otras tantas señales de desprecio por todo lo que significaba la otra parte del país, la que no había votado por Duque. 

Aunque aún no ha llegado el 7 de agosto, las movidas de nuestro nuevo Presidente han dejado claro que quiere liderar la construcción de una paz verdadera, una reconciliación en la que se reconozcan las expresiones y visiones de todos los ciudadanos sea cual fuere su ideología o visión política, un acuerdo nacional que de forma a lo que Álvaro Gómez denominó un “acuerdo sobre lo fundamental”, para dedicarnos a trabajar por el futuro de Colombia. 

“No se trata de un cambio para vengarnos, no es un cambio para construir más odios… una de las metas es dejar los sectarismos atrás", con esas palabras y la promesa de no usar la justicia para atacar a sus oponentes, Petro demostró su genuino interés por superar la polarización y abrir la puerta al diálogo y los consensos que permitan dar trámite a las reformas que necesita el país. Luego vino la invitación a un encuentro con Álvaro Uribe, que fue aceptada de inmediato. El Partido Liberal ya anunció que no será oposición, al igual que los conservadores, lo que no solo garantiza mayorías en el Congreso de la Republica que permitan impulsar las Leyes que materialicen las propuestas de nuestro Presidente y quizá otras que lleguen producto del dialogo y los acuerdos, sino que también le baja el tono al conflicto político y genera confianza entre quienes creían que Petro iba a llegar con ínfulas de dictador a hacer su santa voluntad. De hecho, la primera designación ministerial fue para Álvaro Leyva, conservador de “raca mandaca”.

Reconozco que no todo será color de rosa. Como es natural, con el paso del tiempo y en la medida que se desarrollen los anuncios y cambios propuestos, se crearán inconformismos y rencillas que desatarán crisis y pondrán a prueba no solo el liderazgo de Petro, sino también la capacidad de los lideres para poner por encima de sus ambiciones particulares o partidistas los intereses de todos los colombianos.

Lo cierto es que arrancamos bien. Entre lo que vimos hace 4 años y como vamos ahora, hay una diferencia radical. Lo de la política del amor va en serio.

 

Cesar Picón

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