El fin del anonimato

Imagine un futuro en el que una aplicación para celular, que cualquiera puede descargar tras contratarla por una módica suscripción mensual, permita a un extraño fotografiarle desde lejos por la calle y a golpe de tapeo dar en cuestión de segundos tanto con su nombre como con su dirección y, además, tener a la mano un acervo considerable de imágenes públicas en las que su rostro aparece.

La paternidad de los brujos gauchos

Una vez se ha hecho pública la lista de los 100 libros más notables de 2023, elaborada con gran rigor por The New York Times tras reseñar centenares de títulos a lo largo del año y en la que encontramos apuestas seguras como “La Más Recóndita Memoria de los Hombres” de Mohamed Mbougar Sarr (Premio Goncourt 2021), “Ciudad Victoria” de Salman Rushdie, “Holly” de Stephen King o “Crook Manifesto” de Colson Whitehead, es relevante llamar la atención sobre un detalle bastante particular: sólo una novela de origen latinoamericano consiguió pasar el corte. Se trata de “Nuestra Parte de Noche” de Mariana Enríquez, la cual se alzó en 2019 con el Premio Herralde de Novela entregado por la editorial Anagrama.

Dueño de sí mismo

Cuando mencionamos a William Faulkner es inevitable que el primer pensamiento que venga a nuestra mente sea el de cualquiera de los títulos más exitosos de su bibliografía, como “El Ruido y la Furia” o “Mientras Agonizo”, pero seguramente muy pocos podrán evocar alguno de los textos tardíos que componen una de las facetas más alternativas y menos conocidas de este autor, la de ensayista. Atomizadas a lo largo de múltiples publicaciones editoriales de la época, cosa que ha complicado su compilación, probablemente una de sus piezas más destacables y oportuna para nuestros tiempos sea “On Privacy, The American Dream”, publicado en el verano de 1955 por Harper’s Magazine.

La fuerza gravitatoria del absurdo

Seis años atrás Elon Musk ejecutó una de las maniobras publicitarias más estrafalarias de las que tengamos memoria con ocasión del vuelo inaugural del Falcon Heavy, el cohete reutilizable fabricado por su compañía SpaceX: introdujo su propio carro, un Tesla Roadster rojo, como polizón cósmico dentro de éste, le ató un maniquí de astronauta al volante y lo liberó en el espacio donde, hasta la fecha, continúa orbitando a velocidades estelares por la Vía Láctea. Espectacularidad aparte, lo realmente importante fue la leyenda “Don’t Panic” (“No se Asuste”) que Musk hizo grabar en una pequeña pantalla junto al tablero de control del auto, una ingeniosa referencia literaria que ahora surca las estrellas.

Elogio de la novela larga

Aquellos afortunados poseedores del don de la oportunidad que hace ya casi una década hayan tenido la suerte de hacerse con una copia de “¡Boom!” de Mo Yan, Nobel de Literatura 2012, cuando esta comenzó a distribuirse en Colombia, se habrán encontrado por sorpresa con un fascinante prólogo titulado “Defender el Honor de la Novela”.

Y eso pasa por tener prisa

Francamente, espero que, hacia la página 120 de “La Luz que No Puedes Ver”, a todos los lectores les haya asaltado la misma inquietud que a mí en su momento: a Netflix le iba a ser tremendamente difícil adaptar esta historia en tan sólo cuatro episodios.

Lo que la celulosa sabe

Ya hace casi 20 años de aquello. En St. Louis, justo al inicio de la clase de matemáticas, nuestra profesora anunció que nos tenía preparada una sorpresa. Sabedora de que el tema de las parábolas no era particularmente emocionante para ningún adolescente, decidió echar mano de la tecnología para inspirarnos.

Lo que la celulosa sabe

Ya hace casi 20 años de aquello. En St. Louis, justo al inicio de la clase de matemáticas, nuestra profesora anunció que nos tenía preparada una sorpresa. Sabedora de que el tema de las parábolas no era particularmente emocionante para ningún adolescente, decidió echar mano de la tecnología para inspirarnos. Entonces, el conserje entró empujando una curiosa estructura cableada de la que colgaban en suspensión energética 30 portátiles de visos púrpuras y una incandescente luz LED azul, una destellante notificación de que estaban vivos. Aquel fue mi primer contacto con el uso de pantallas en las aulas, la promesa de un futuro donde los microchips harían del papel un nostálgico recuerdo de un tiempo pasado anterior.

Aprender a decir adiós

No les mentiré, abordé con muchísimo escepticismo la lectura de “Las Garras del Águila”, séptima entrega de la serie Millenium que iniciaría por allá en 2008 con “Los Hombres que No Amaban a las Mujeres” del difunto Stieg Larsson, por culpa del final tremendamente gris con el que David Lagercrantz cerró la segunda trilogía en “La Chica Que Vivió Dos Veces”. 

Y así también vale

Está siendo una temporada de huracanes para los premios literarios en España.