¿Y por qué no Rushdie?
Los días avanzan y cada vez son menos las semanas que faltan para acudir a nuestra cita anual con el ineludible primer jueves de octubre, ese eterno minuto en el que los fanáticos de los libros aguantarán el aliento a la espera de la consagración de un nuevo titán de las letras. Las casas de apuestas lentamente van despertando de la resaca que les embargó el año pasado tras la inesperada anunciación de Abdulrazak Gurnah, un nombre que no figuraba en las quinielas de nadie y que, por su misma imprevisibilidad, habría convertido en millonario automático a cualquier ferviente lector que hubiese tenido la osadía de jugarse algunas libras por su, hasta entonces, anónima literatura.