Este mundo raro

La convulsa situación de Oriente medio no se resuelve con el reconocimiento del Estado Palestino, por supuesto. Pero la evolución de los acontecimientos en la franja y la situación de esa nación árabe,

no dejan cabida a posiciones distintas a la asumida por Brasil y Argentina -en boca de dos mujeres líderes valientes y explícitas- y otros países latinoamericanos, ante lo que es una realidad inminente y necesaria: la creación del estado palestino. Colombia y México dan la espalda a esa realidad con una babosa posición que, en lugar de conciliatoria, parece arrugada. Así nos mostramos en la ONU como miembros del Consejo de Seguridad inseguros -qué paradoja-, tibios y sumisos.

De puertas para adentro ocurren cosas más elocuentes. Un movimiento político no solamente propone penalizar el aborto -en contravía de la tendencia mundial y de las crecientes cifras de abortos clandestinos- sino que, sin sonrojarse, pretende que esto se discuta con prioridad sobre la reforma a la justicia. Ya que a Samuel no lo abortaron, al menos que lo metan preso, hombre.

Y en el mismo mes, después de que la pobreza se pone en el límite irrisorio de los 190 mil pesos, un padre de la patria -que está preocupadísimo también por el aborto- quiere que le subsidien la gasolina porque su sueldo millonario no le alcanza. Y como si fuera poco, un general, jefe de las Fuerzas Armadas, que se proclama abanderado de los Derechos Humanos, califica impúdicamente como “héroe nacional” a un condenado por desaparición forzada, inadmisible -sea o no ratificada la condena-.

Pero si es que al mismo tiempo, se revela que un exdirector del órgano de inteligencia estatal, al servicio del Gobierno, concretó una alianza del aparato de seguridad con el crimen organizado para desplegar una estrategia criminal de persecución y asesinato: el derrumbamiento de la finalidad misma del Estado.

Y ese es un “buen muchacho” sobre el que -a pesar de que medie ya la condena judicial- un mesiánico expresidente dice arrepentirse de respaldarlo sólo si hubiera cometido delitos; como si la responsabilidad política por tales horrores sólo se plasmara en disculpas -otra vez poniendo la cara, pero la caradura, la del cinismo psicótico-. Y entonces, ¿lo que hizo Noguera también fue heroico? ¿Estamos o no enterrados en una barbarie arcaica? O es que sólo vivimos un mundo raro.

Credito
SALUEL CHALELA

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