Mover el tablero

Carlos Chaverra

Me resistí durante mucho tiempo a utilizar Uber. Me dije que debía ser solidario con el gremio de los “amarillos”. Al fin y al cabo ellos tenían que pagar costosos cupos y someterse a las penurias de estar registrados oficialmente como taxi para el transporte de pasajeros. Confieso también que me embargaba cierta aprehensión y desconfianza de tener que descargar un aplicativo. Soy de la generación que todavía es atropellada por los avances tecnológicos y busca excusas para evitar pasar por el estrés de lo desconocido. Pero un día, en la congestionada Bogotá, en plena hora pico sucumbí y tuve mi primera “experiencia” Uber.

Un buen amigo me decía que había situaciones en que había que “mover el tablero”. Lo que me quería expresar era que había que estar preparado para proponer cambios e igualmente estar abierto a aceptarlos. Uber ha movido el tablero en muchos ámbitos. ¿Quién se iba a imaginar que una compañía que produjo su primer aplicativo en 2010 hoy opera en 425 ciudades y 72 países? Además, atiende a más de 30 millones de usuarios mensuales, venderá $US4,000 millones y está valorada por encima del 87% de las empresas registradas en el índice S&P 500, incluso por encima del gigante General Motors, que tuvo ventas por $152,000 millones de dólares en 2015.

“Nuestra meta no es simplemente causar disrupción en el mercado de taxis, sino hacer que este medio de transporte sea tan económico que utilizar Uber sea una alternativa a poseer un vehículo propio”. Es el ambicioso propósito expuesto por su co-fundador Travis Kalanick, en un artículo de la revista The Economist. Además, Uber está incursionando en otros mercados como el transporte de mercancía y paquetes, así como el de vehículos autónomos.

Se les mueve también el tablero a los gobiernos, que enfrentan un dilema entre un producto que demanda el consumidor; que se ofrece por medios no convencionales (una plataforma tecnológica), al cual forzosamente el mercado obligará a reglamentar.

Hoy podemos calificar el servicio de Uber por el aplicativo. Así mismo, en ciertas ciudades el conductor también evalúa al pasajero. Este ya puede acceder a su calificación, lo cual obliga a que cada vez se anime a mejorar su comportamiento. Muchos “Uber” se ven en el horizonte, preparémonos a que se nos mueva el tablero.

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