Uno de los primeros reales mandatos consistió en aprovechar las aguas de un rÃo llamado Bermellón, para instalar un acueducto para la naciente villa, que se complementaba con la construcción de unas vÃas transitables, una ordenada recolección de desechos y un adecuado suministro de velas de sebo para los surgientes hogares de los colonizadores.
El cacique TÃtamo Ashanti, cacique mayor de la Colosa, se dio sus trazas para poner pies en polvorosa a los recién asentados, por lo que las esmirriadas fuerzas vinieron a asentarse en las riberas de un rÃo que llamaron con el nombre del cacique Combeima y le quitaron el original de Cutucumay, que significaba rÃo de oro, pues el concejo de entonces, dispuso quedarse con el preciado metal.
Desde entonces, falla el suministro de agua, la fábrica de velas se la vendieron a unos miembros de una tribu caribeño - libanesa nominada Nule; las basuras se las adjudicaron, por intercesión de los resguardos de Icononzo y de Piedras, al cacicazgo hoy oficina de Envigado, por unos pocos maravedÃes. Y para su administración designaron al yerno bobo del cacique “Fastidioâ€.
Las primeras determinaciones del cabildo se enfocaron a esterilizar las vigencias futuras en obras como el camellón fantasma, la peatonalización del camino real, el cambio del techo de paja de la unidad de atención al ciudadano, la remodelación del resguardo indÃgena o Panóptico, y el corredor cultural de Mincho, Vitelio, el Renegado y Mocetón.
Desde entonces, fluyen la iniciativa y la creatividad de quienes han sucedido en el solio a Juan Bretón y el calavera de Andrés y es por eso que hoy en dÃa nos ufanamos de tener el más moderno y grande estadio de la real audiencia, el aeropuerto más eficiente, conexiones de ferrocarril y buses a todos los barrios, por cuenta del sistema de transporte masivo de Cotolramos.
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