De aniversario

A pesar de que soy uno de los más responsables, asiduos y taquilleros columnistas no fui invitado al tamal ni al concierto. Naturalmente, como siempre, me tocó colarme, disfrazado de vocerito, para poder clasificar al condumio, lo cual me significó salir cargado de Q’hubos y uno que otro ejemplar de EL NUEVO DÍA.

Me dieron el tamal sin carne que le tenían al director, así que me sentí estafado; el chocolate estaba frío porque lo empezaron a servir desde las 4 de la mañana y los calentanos estaban más tiesos que “Esgar” el director de Fenalco; lo único que me gustó fue el queso. Pero no me quejo porque como lo decía en otra oportunidad, no es de pro hablar con la boca llena.

Por la noche logré entrar por la puerta de la primera haciéndome pasar por mesero y como llegué temprano cogí primera fila, al lado del comandante Palomino, que estaba estrenando cachucha leninista, pero fui removido abruptamente por una señora que daba órdenes allá y debí reubicarme con el presidente del Concejo.

Al “Abominable” lo condecoraron con unas medallas de las que le quedaron a Emilio durante su apogeo. Creo que hasta le dieron una por asistencia, como hacían los hermanos maristas en las sesiones solemnes.

El concierto, de general aceptación, fue permanentemente interrumpido por una cavernosa voz que no calló ni para el bis. Después de las múltiples condecoraciones vino lo que más me gusta a mí que es el condumio al “gratín” que fue abundoso y bien rociado con generosos vinos. Tan exitoso resultó el yantar que hubo necesidad de desprender a la fuerza a algunos de los mostradores y las copas.

Afortunadamente, acudí a un buen alquiler de traje y no desentoné al lado de “Tino”, Cardozo y el Rector de la Universidad. Estuvieron las primeras damas salientes y la primera cuñada entrante; es decir, fuimos todos los que somos.

Espero que para los 20 sí me incluyan en el protocolo, pues seguramente el foforro va a estar de rechupete y habrá que ir de punta en blanco como Chamorro.

Por lo pronto, espero clasificar al tamal del Q’hubo que se avecina.

Credito
CHOLAGOGUE

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