La muerte de un grafitero

Las confusas circunstancias en que Diego Felipe Becerra, un joven de 16 años fue ultimado por un agente de la Policía nacional el pasado fin de semana en Bogotá, me tienen perplejo.

Según sus padres y amigos, todo lo que quería ese muchacho era llenar su barrio de grafitis con su firma y la cara del gato Félix; labor en la cual fue sorprendido por la Policía bajo el puente vehicular de la calle 116 con avenida Boyacá. Según el testimonio de varios amigos que lo acompañaban, al notar la presencia de patrulla, el joven, asustado, trató de huir, lo cual desencadenó la reacción de un agente que le propinó, por la espalda, dos disparos fatales.

El reporte policial, sin embargo, dice que los jóvenes acababan de asaltar un vehículo de transporte público, donde les robaron celulares y otros elementos a los pasajeros.

En las redes sociales (particularmente en Twitter) el alboroto no ha sido poco y son muchas las personas que se han pronunciado; unas deplorando y rechazando la muerte de Diego y otras respaldando la acción de la Policía.

Con todo el respeto, el aprecio y agradecimiento que pueda uno sentir por la Policía Nacional, institución que ha perdido a muchos de sus mejores hombres en defensa de la ciudadanía, tengo que admitir que a mí la explicación oficial de los hechos me ha dejado más dudas que aclaraciones. Por eso, después de leer la información difundida por los medios, en buena parte suministrada por la propia Policía, transcribo a continuación algunos de las dudas que me asaltan y que he compartido por Twitter con mis seguidores.

En los testimonios del chofer y del pasajero supuestamente atracados por el grafitero, algo no me cuadra. Ambos hablan en forma demasiado similar y la llamada del pasajero es muy clara (y sin ruidos de fondo) para provenir de una buseta.

En una parte dicen que el atraco fue en un colectivo y en otra que en una buseta. Son vehículos muy distintos... Además, ¿por qué apenas ahora sale a hablar el conductor? ¿Por qué hasta ahora aparece el pasajero a denunciar?

En una buseta —o un colectivo— con tres o cuatro atracadores armados que pueden controlar muy fácilmente la situación, ningún pasajero creo que se atreva a llamar, por valiente que sea...

Por último, así los muchachos fueran atracadores, la Policía no les podía tirar a matar a menos que fuera en legítima defensa, lo cual no parece ser el caso. Además en las primeras versiones periodísticas se decía que el joven iba a atracar la buseta, no que ya la había atracado.

En fin, estas son sólo algunas de las muchas dudas que me quedan alrededor de este triste y absurdo episodio, que espero se aclare completamente, porque, hasta ahora, hay algo que no me cuadra.

Credito
COLPRENSA

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