La avalancha de superhéroes

Llama la atención la intensidad con que Hollywood se está ocupando nuevamente de los superhéroes. Los más elevados presupuestos de las producciones cinematográficas de la meca del séptimo arte están siendo destinados a la realización de fantásticas filmaciones de imaginadas hazañas de quienes iniciaron su carrera artística como personajes de historietas.

Los ídolos de los comics han salido en busca de nuevas generaciones de fanáticos. Ahora se valen de extraordinarios efectos visuales que la tecnología computacional combinada con la magia de la 3D convierten en seguras herramientas para el éxito en taquilla. Bandas sonoras que siguen patrones de composición musical ya establecidos como acompañamiento a narraciones épicas en las que se amalgama legendarias gestas de Alejandro con el arrojo de Supermán, resultante de la inventiva de ingeniosos escritores y libretistas. Especialmente en estos dos últimos años, la alineación de los defensores de la justicia con causas relacionadas con la supervivencia de la especie humana ha estado muy nutrida. El Hombre de Acero, El Capitán América, Tron, Thor y Linterna Verde, nos rodean. ¿Por qué será?

Desde hace tiempo, sociólogos y sicólogos han dicho que el ser humano, conocedor de su condición mortal y protagonista de sus diarias limitaciones, proyecta en personajes originados en su mente o en la creatividad de otros, figuras superhumanas, sin límite en su capacidad de acción. Esta teoría se puede corroborar al verificar que la época comprendida entre las dos guerras mundiales y la depresión económica que aconteció en el intermedio fue la más prolífica en la creación de superhéroes. La mayoría de personajes con sus cuentos registrados en los derechos de autor de Marvel y DC Comics nacieron en esas calendas. Tal hecho permite concluir que en tiempos especialmente difíciles la gente busca refugio mental en ideas de lo antinatural, que desafía los riesgos y supera los peligros. Lo que hace la industria del entretenimiento no es cosa distinta que aprovechar esa necesidad colectiva por lo trascendente, para ofrecer posibilidades de triunfo figuradas en libros, cine y toda clase de objetos conocidos ahora como memorabilia.

Podría preguntarse si los héroes de la pantalla entran en competencia con la religión. Si pensamos que la afición por los superpoderosos es exclusiva de los niños la respuesta sería contundentemente negativa, pues los infantes están ocupados en vivencias distintas y distantes de la experiencia espiritual. Si se considera que cabe la posibilidad de ampliar la cobertura en atención a las estrellas del celuloide la situación toma otro rumbo. ¿Se ha gastado la referencia a lo realmente trascendente?

De otro lado, ¿se trata de una simple coincidencia o la fuerza que ha tomado la presencia virtual de los superseres obedece a que la crisis económica que amenaza al mundo guarda semejanza con la padecida en la década de los 30?

Credito
Jorge Humberto Galvis

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