El rito del año nuevo

A medida que los tiempos cambian las costumbres, los ritos y las festividades se van diluyendo.

En el mundo de los cristianos el año que llegaba a su fin era sintetizado, por las culturas agrarias y semiurbanas, en un muñeco de paja o trapos viejos que representaba, entre otras cosas, lo no deseado o la voluntad de cambio como si se tratara de un exorcismo de difusos sentimientos de renovación.

El juego de quemar imágenes del año viejo era además símbolo de purificación de reiteradas ilusiones con que se alimentaban los pobres en su afán por huir de las pestes, la mala suerte, la pobreza, las guerras  y los castigos de la naturaleza.


La urbanización trajo otras costumbres que como en todo proceso histórico, diluyen el pasado en nuevos ritos y profanas concentraciones que piensan más en las familias que en las colectividades.


Y el proceso de cambio, propio de los años, condujo a la defensa lo individual, para alejar cada vez más de festejos y tradiciones a familias y comunidades.


La religión ya no es la misma y la grey se ha ido dividiendo en sectas, que persiguen otros milagros, y en bandas de profanos. Así, el año nuevo se ha convertido en un negocio de la industria, de la banca, del turismo y sobre todo del comercio.


En estos tiempos modernos en donde todo vale, la revolución de los medios asalta la ingenuidad de los nuevos creyentes que afrontan un mundo cada vez más estratificado no solo globalmente sino al interior de países y comunidades.


Para fortalecer la creencia en sus nuevos ídolos, en sus Mesías y en sus predicadores se dedican a hacer balances de las más extravagantes conductas de quienes habitan los circos de la farándula, la política y los deportes. Pero la cultura, la ciencia y la tecnología tienen poco atractivo en una sociedad cada vez más alejada de los complejos descubrimientos y avances que logran investigadores de institutos, universidades y centros de investigación.


Balances sobre hechos fundamentales de la nanología, la astronomía, y las ciencias naturales que poca demanda tendrían en un medio alelado por el chisme, la propaganda y los valores inocuos.


Los medios de comunicación están interesados en recordar ciertos dramas humanos, especialmente los que por su brutalidad generaron más ventas, más consultas y más curiosidad de lectores fríos e interesados por el morbo y las hazañas de bandidos.


Mientras la cena de San Silvestre rebosa en champañas y las damas lucen sus atuendos y sus extravagancias, ignoramos que millones de seres ya no creen en el fuego que purificará su desesperanza sino en aquel que habrá de traer luz y asombro para quienes ignoran el dolor en medio de la danza.

Credito
HERMES TOVAR PINZÓN - Universidad de Los Andes

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