Por una caficultura competitiva

Se reúne desde este miércoles el Congreso Nacional de Cafeteros. Los 90 delegados elegidos por los cafeteros del país, en una votación en las que participó el 64 por ciento del censo electoral cafetero, discutirán a profundidad los grandísimos retos que afrontan no solo la caficultura sino también el sector rural colombiano.

El desafío de la rentabilidad, de los insumos, de los costos de producción, del crédito, y el reto de las estrategias de largo plazo, de la articulación de los esfuerzos del Estado con los gremiales para superar esta difícil coyuntura de precios.

Serán discusiones documentadas, que no ignorarán lo que ya hemos construido. La caficultura colombiana se ha recuperado y se ha reinventado en los últimos cinco años, se ha podido adaptar para superar una de las peores amenazas: la variabilidad climática.

La renovación de dos mil 800 millones de árboles -los cultivos jóvenes y las variedades sembradas son más productivos y resistentes a las enfermedades- propició el incremento de la productividad en cerca del 35 por ciento en el presente año.

Difícil de encontrar otro ejemplo similar de reconversión productiva en tan breve plazo. Ya estamos retornando a nuestros niveles históricos de producción y con ello, hemos ampliando nuestra presencia en los mercados internacionales, incluyendo los más rentables de cafés especiales. Productividad y Valor Agregado han sido nuestra estrategia y son iniciativas en torno de las cuales ha sido sencillo lograr consenso.

La actual coyuntura obligará a los delegados a reflexionar sobre la rentabilidad del cultivo. La caída de los precios se ha presentado en una proporción mayor al aumento de la productividad, lo cual determina que los apoyos otorgados por Gobierno y Congreso de la República siguen siendo ineludibles.

De hecho, la crisis de precios de la caficultura ha afectado no solo la rentabilidad de los caficultores nacionales, sino a quienes hasta hace unos meses se consideraban referentes, como los de Vietnam y Brasil. El mundo cafetero encara un problema severo, independientemente de la latitud del país o de su modelo institucional.

En el caso colombiano, en particular, será conveniente identificar de dónde surgen nuestras ineficiencias. La gestión que se ha hecho de la cerca para adentro, es decir en la finca, ha sido muy representativa. Sin embargo, de la finca para afuera, los productores nacionales tienen que asumir ineficiencias que no son propias, como la precaria infraestructura. Según recientes diagnósticos, cerca del 80 por ciento de las vías secundarias y terciarias del país son de difícil transito, para no hablar de las limitaciones de la red primaria.

O de los exacerbados costos laborales. Factores que encarecen los insumos y los costos de comercialización interna, no solo para los caficultores sino para todo el sector productivo colombiano. Es desde el diálogo, la cooperación y la co-creación, que será posible alcanzar la competitividad de la caficultura.

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