Víctimas en La Habana

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Las conversaciones de paz entran en una etapa que va a requerir de asesoría especializada, mucha paciencia y mucha buena voluntad. En ella las víctimas (una representación suya) tendrán el uso de la palabra. Para muchas familias será revivir la tragedia. Pienso, por ejemplo, en las de los diputados del Valle, que fueron secuestrados y asesinados por las Farc. Qué podrán sentir al sentarse cara a cara con Iván Márquez. Todo este rito hace parte del largo camino hacia la reconciliación.

Las Farc han dado un paso adelante al reconocerse ya no sólo como víctimas sino como victimarios. Cabe recordar que en sus inicios fueron un movimiento de autodefensa, para enfrentar una agresión oficial y de terratenientes, y que muchos de sus miembros pertenecían a las huestes liberales abandonadas por la jerarquía partidista tras firmar el Frente Nacional. Una época en que, como lo afirma un connotado politólogo, las masas liberales andaban en un busca de una ideología y el comunismo en busca de masas. Vistos en esa perspectiva histórica los fundadores de las Farc sí fueron víctimas. Tienen una verdad que requiere ser escuchada, para que intentemos comprender las complejidades del holocausto colombiano, padecido por cientos de miles de personas en un amargo silencio. Es absurdo pensar que sólo hay víctimas de un lado. Si queremos un proceso bien hecho tenemos que reconocer que más de media Colombia ha sufrido las consecuencias de la confrontación. Por ello quiero rescatar la decisión de las Farc de ponerle la cara a quienes han sido víctimas suyas. A los secuestrados, a los lisiados por minas antipersona, a quienes durante décadas han padecido sus extorsiones, a quienes han arrebatado sus tierras, a los familiares de quienes han asesinado, en fin, a todos a quienes de una u otra manera han sufrido esta larga y cruenta guerra interna.

El presidente Santos está liderando un proceso de paz que es el que más ha logrado avanzar en la historia de las negociaciones con las Farc. Por eso hay que continuar respaldándolo, contra los francotiradores que quieren que Colombia siga extraviada en un torbellino de violencia y sangre. Seguramente, el proceso podría ser mejorado en su diseño y oferta política, pero hay que tener presente que éste se hizo en un momento en el que hablar de paz era políticamente incorrecto, el único lenguaje válido era el de la ametralladora y el bombardeo. Quienes más pueden y deben ayudar a esto son las mismas guerrillas, superando las lógicas de la guerra. Suspendan unilateralmente el fuego y las hostilidades, eso permitiría que el país les escuchara con mayor atención. Denle más juego a la política.

Reitero que las Farc han dado un paso adelante al ponerles la cara a sus víctimas. Pero deben llegar cuanto antes a un cese al fuego. El proceso hay que hacerlo irreversible, para que se puedan escuchar las voces de todas las víctimas y no las de aquellos que hacen de la oposición al proceso de paz una mezquina causa electoral envuelta de un falso patriotismo. Esa sería la mejor contribución.

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