Cajas: el miedo a la competencia

Columnista Invitado

El plan de desarrollo del Gobierno nacional que ha comenzado a ser debatido en el Congreso ha abierto una discusión muy interesante sobre si mantener o no el monopolio regional de las licoreras y ya varios gobernadores “han puesto el grito en el cielo”, cuando lo que debieran preguntarse es si tiene sentido mantener unas fronteras protegidas frente a otros departamentos en el aguardiente, cuando están abiertas para los tragos importados. Una pregunta sencilla demuestra lo arcaico de ese régimen: el aguardiente Tapa Roja puede ir sin problema hasta Flandes, pero si pasa a Girardot es contrabando o al contrario: el Néctar puede llegar hasta Girardot y no puede pasar al Tolima sin pagar impuesto. ¡Irracional! ¿A quién se quiere proteger? A unas licoreras politizadas e ineficientes y castigar a unos consumidores que deberían ser libres de escoger la bebida que decidan.

Pero el tema de los monopolios locales debería ir más allá si lo que en el fondo se quiere es proteger a los ciudadanos, y aunque en forma tímida, ya se plantea un debate que interesa mucho a todos los colombianos y, en particular, a los tolimenses: las cajas de compensación familiar que tienen restricciones geográficas de prestación de servicios argumentando que si se abren las fronteras, las grandes competirían con ventaja contra las entidades más pequeñas que operan allí. Es como impedir que haya mejores universidades en la ciudad para proteger a las actuales. Sería egoísta el no querer que los jóvenes accedan a las mejores oportunidades.

De nuevo, defender el esquema de monopolio local (u oligopolio con dos o tres paquidérmicas cajas) demuestra lo poco o nada que importa a los esquemas de hoy la defensa de los intereses de los trabajadores y de las empresas. No hay que engañarse: hay cajas, en particular las que están en las regiones, que se han convertido en pequeños feudos que manejan intereses políticos y unos servicios mediocres sin competencia alguna con la ventaja de recibir un regalo (4% de la nómina) sin correspondencia alguna con la eficiencia o l productividad.

No hay que engañarse. Para seguir con el ejemplo de Flandes, solo basta pasar el puente del río Magdalena para sorprenderse de la calidad de servicios a sus afiliados que prestan cajas como Compensar, Colsubsidio y Cafam en áreas como recreación y esparcimiento que los ibaguereños podríamos tener aquí si se abrieran las fronteras y que esas cajas u otras pudieran llegar. En salud, nuestras dos cajas, Comfatolina y Comfenalco, no registran: la primera porque es nula y la segunda porque está quebrada en ese renglón. Y en recreación, los servicios con sencillamente pobres.

Con toda seguridad, si se produjera esa apertura, la primera decisión que se debería tomar es la fusión de Comfenalco y Comfatolima, que hoy no ocurre, porque prevalecen las apetencias y los caprichos de las dos partes sin importar lo que pasa con sus afiliados. Tendrían que mejorar para competir si pretenden sobrevivir y los ganadores serían los trabajadores y las empresas. Con solo un articulito, el Congreso haría la reforma.

PD. ¿Por qué tendrá tanto miedo el Director de Comfatolima a la competencia o a hacer siquiera alianzas con otras cajas?

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