Hacia la reconciliación

Columnista Invitado

En el marco de los actuales Diálogos de la Habana y en un eventual proceso de paz, la palabra Reconciliación ha recobrando importancia, dado que es un paso necesario para restablecer un pacto social entre la sociedad y el Estado para que la violencia no sea el mecanismo utilizado por los colombianos para solucionar los conflictos.

De esta manera la reconciliación no está separada de justicia, verdad, perdón y memoria. Aquí es importante no entenderla como un contenedor en el que todo cabe, por el contrario implica responsabilidades de los actores en diálogo y de la ciudadanía en su conjunto que se expresa en los ámbitos político y social.

Desde el Estado se da a nivel de las instituciones y en la actuación de las autoridades nacionales, departamentales y locales la recuperación del tejido social, la ejecución de políticas públicas tendientes a la reducción de la desigualdad social, promoviendo una pedagogía de paz para la resolución de conflictos y dando mayores garantías a las minorías políticas. El compromiso inicial de los grupos armados que entren en el proceso es con la verdad, además de la dejación de armas y el cumplimiento de las exigencias emanadas de la justicia transicional y a la sociedad constituirse en una ciudadanía activa, crítica, principalmente con memoria para que estos actos no se repitan.

Ya hemos pasado por un proceso de paz anterior, la experiencia con el M-19 ha demostrado que como cuerpo social logramos extender los brazos, hacia un sector de colombianos. Entre los logros más importantes se destaca la Constitución Política de Colombia que recoge desde diversos mecanismos de participación hasta la incorporación de los Derechos Económicos Sociales, Culturales y Ambientales como producto de un diálogo de todas las corrientes políticas que confluyen en la constituyente. De tal manera que aquellas voces que hablan de que el proceso es solo impunidad deben considerar que 25 años atrás este proceso de paz fue un paso importante hacia la democratización de la sociedad. No podemos perder la oportunidad de construcción de futuros escenarios de convivencia y de resolución pacífica de conflictos y el primer desarme que tenemos que hacer es el del corazón.

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