Qué dicha: Sin Farc no habrá Uribe

Columnista Invitado

Hace ya casi un año escribí una columna con un título muy parecido al de hoy. Hablaba allí de la utopía, ese “lugar que no existe”. Y fantaseaba con una Colombia sin Farc. Ni más ni menos. Ojo, no pensaba en una Nación en paz: apenas soñaba con una Colombia sin los secuestros, los atentados, las extorsiones, los fusilamientos, el narcotráfico, “la combinación de todas las formas de lucha” y demás bandolerismos de las Farc. Y me preguntaba qué pasaría en política.

Con el reciente Acuerdo de La Habana, tengo la esperanza de que esa utopía empezará a concretarse. Cuando las Farc se acaben, por la razón o por la fuerza, Uribe, el Paupérrimo, capataz de la extrema derecha, se quedará sin discurso ni proyecto electoral.

Saldrán del clóset su penuria intelectual, su oportunismo de gamonal de pueblo y su obscenidad politiquera. Cuando las Farc entreguen, cedan o dejen las armas, se desmovilicen y se vuelvan partido —otro partido comunista chiquito—, el cobre de Uribe relucirá y todos percibiremos, boquiabiertos o patidifusos, el carácter reaccionario, oscurantista, retrógrado, ultramontano y cuasi fascista de su dogma. Parodiando a Ronald Reagan, se verá entonces que uribista es el que cree en las ideas de Uribe y antiuribista es el que las entiende.

Los votos de Uribe, esas hipotéticas mayorías de las que sus epígonos se vanaglorian ad nauseam, se deben a los mitos, la propaganda, el miedo y el engaño. ¿Mitos? El Cojón de Oro, el mejor presidente, el chalán de chalanes. ¿Propaganda? Gurisatti de Ardila Lülle en éxtasis, Fernando Londoño en soliloquio grecoquimbaya, María Isabel Rueda en delirium tremens.

¿Miedo? Fuera de Uribe no hay salvación. ¿Engaño? Me da mucha pena tener que decir esto, pero Uribe es un mentiroso compulsivo: desde que se levanta hasta que se acuesta, falsifica, matonea, engatusa, esconde, enmaraña, traiciona, corrompe, insulta. ¡Y casi siempre a los gritos!

Cuando no haya Farc, ¿alguien en sano juicio votará por el odio y la venganza de este culebrero? ¿O por alguna de sus mascotas? Cuando no haya Farc, ¿alguien sensato votará por darle satisfacción a la libido imperandi de este falso mesías? ¿Alguien consciente votará por sus tres huevitos podridos?

La seguridad seudodemocrática fue el mascarón de proa de la desconfianza inversionista y la cohesión antisocial. ¿Seguridad? Sin duda. ¿Pero democrática? ¿Democráticos los asesinatos de los falsos positivos? ¿Democráticas las chuzadas ilegales del DAS a periodistas, a opositores y a la Corte Suprema de Justicia? ¿Democrático el “todo vale”? ¿Democrático el “Estado de opinión”? ¿Democrático el militarismo?

¿Desconfianza inversionista y cohesión antisocial? Neoliberalismo galopante. Globalización irracional. Semifeudalismo en el campo. Negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, de rodillas ante las exigencias de Washington. Subsidios, triquiñuelas, prebendas y beneficios tributarios a transnacionales sin Dios y sin patria. Recortes a las horas extras y desprecio por los derechos de los trabajadores. Carimagua y Agro Ingreso Seguro. Sin Farc, ¿alguien razonable votará por tales falacias? No creo. ¡Qué dicha! Sin Farc no habrá Uribe.

Ahora bien, ¿sin Uribe no habrá paracos?

Rabito de paja: Uribe no les da ni frío ni calor a unos intransigentes de izquierda. A mí, como a millones de colombianos, me da escalofrío. Santos es pésimo, pero Uribe es peor. La extrema derecha siempre será peor que la derecha.

Comentarios