Ese pequeño sector

Columnista Invitado

Desde el día siguiente a la publicación de mi columna contra el controvertido video promovido por el Ministerio de Cultura y la Dian, en la página web luce un comunicado en el cual argumentan que fue retirado por las críticas de un pequeño sector de los artistas plásticos. Afirma el comunicado que nuestras críticas no se han referido a los asuntos de fondo sino solamente en la forma como trataron a los artistas en su “parodia” de “Ficción humorística” como la llaman.

Ese “pequeño sector”, además de quien escribe estas líneas, lo compusieron artistas como Nadín Ospina o Andrés Orjuela que junto al crítico Halim Badawi redactaron una carta pública al presidente Santos y unos pocos más que hicieron artículos en diferentes diarios del país y que sumados a cientos divulgaron la noticia por las redes sociales y visitaron las páginas de Esfera Pública sobre este debate, una de las cuales tiene más de 42 mil consultas y muchas opiniones contra el video. Ese pequeño sector con nombre y apellido también opina contra esos comunicados sin firma de quienes no dan la cara ni para reconocer sus errores.

Ciertamente somos un pequeño y olvidado sector, no solamente los que protestamos, sino los artistas plásticos en Colombia. Somos una pequeña minoría en un país compuesto de pequeñas minorías étnicas, raciales, lingüísticas, sociales, económicas y culturales. Algo que el Ministerio y la Dian, ese pequeño sector de burócratas, debía saber de sobra pues el respeto a las minorías es la base de una verdadera democracia.

Pero el fondo del video y del problema es que estamos en la mira por el gran aumento de las industrias culturales en el PIB, que aportan cerca del 3.5% del PIB nacional aunque la mayoría sabemos que es la industria del entretenimiento como la televisión; sumado a un increíble “Diagnóstico de lo Cultural” de Mincultura del 2013 según el cual los bienes que más se comercializan en los municipios son cuadros y obras de arte por encima de libros, revistas, música y artesanía. Aunque los millonarios artistas de los municipios tolimenses de ese diagnóstico no los tengamos ni referenciados en el MAT.

Así que el sector de las artes, sin ley de seguridad social, ni de mecenazgo alguno, tiene que estar preparado para el expolio que se le viene encima, junto al de medio país, tratando de subsanar la gigantesca deuda pública que han dejado las malas administraciones, la caída del petróleo y la reciente devaluación. Y eso es así porque el enorme poder de “un pequeño sector” prefiere que aumente el IVA al 19% que ellos no pagan, se graven las pensiones que ellos no necesitan, se expolien a más no poder las clases bajas y medias mientras impiden una reforma tributaria integral que aumente el impuesto a la riqueza que es sólo del 0.7% o que grave los dividendos que reciben los dueños de las empresas o de las acciones que actualmente están exentos de impuestos al igual que los bonos de deuda pública de los banqueros. O lo que es peor, que impiden que se avalúen correctamente los latifundios creados a la sombra de la guerra y cuya actualización del catastro junto a los otros predios rurales daría un aumento del 1.5% del PIB a la hora de pagar el predial de acuerdo a Salomón Kalmanovitz.

De todas formas con o sin video no creo que el recaudo obtenido de los artistas plásticos pague siquiera los 187 mil millones del gasto de funcionamiento de Mincultura que son el 55% de su presupuesto y desde la soledad de los museos de provincia muchos se preguntan en cambio cuántos cuadros, esculturas y performances de esos artistas de los municipios se podrían financiar con los 21 mil millones del gasto de personal del Ministerio, o cuantas exposiciones de arte político se organizarían con los salarios de los asesores de la Dian, aunque suene a ficción humorística.

Porque los artistas también estamos aquí para confrontar la realidad, y no se necesitan muchos para mostrarle al mundo la grieta que nos divide en pequeños sectores marginales, para escribir sobre las minorías que sumadas componen la gran franja amarilla, para dejar testimonio de los muertos de las bananeras en la plaza de Macondo y para cantar a todo pulmón dónde están los ladrones.

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