Adopción: un debate inconcluso

Columnista Invitado

Muchos sentimientos ha despertado el proyecto de referendo sobre adopción que se hundió el pasado 11 de mayo en la Comisión Primera de la Cámara.

Veinte votos en contra y 12 a favor fue el resultado matemático de aquella discusión, a todas luces trascendental para el país, aunque se haya desvirtuado su verdadera esencia, lo que me hace pensar, como tal vez piensan millones de colombianos, que está inconclusa y debemos retomarla.

A mi juicio, estaban en juego, la legitimidad de los mecanismos de participación democrática y la prevalencia de los derechos de los niños, pero, poco a poco, se convirtió en un debate alrededor de la discriminación a los homosexuales, a tal punto que quienes votamos positivamente el proyecto, se nos trató de homofóbicos.

Debo decirles a los lectores que soy defensor de la población Lgbti y que creo en las reivindicaciones de sus derechos patrimoniales, del derecho a la pensión de su pareja, a que no sean discriminados, maltratados o escondidos, pero ese no era el asunto del proyecto de ley que se archivó.

Se trataba entonces de legitimar el derecho a la participación, consagrado en la Constitución Política de Colombia, y representado en dos millones trescientas mil firmas, que solo buscaban preguntarle al constituyente primario su concepto de familia.

Como defensor que soy de la paz, me la jugué entero por el plebiscito, para que los colombianos decidieran el rumbo de los Acuerdos con las Farc, que además de frenar tantas muertes injustas, nos permitirá entregarles a las nuevas generaciones un país mejor, al menos sin tantas heridas. Con esa misma premisa, voté positivamente el proyecto.

Ahora bien, comparto plenamente que las mayorías no pueden aplastar a las minorías, pero también creo que por reivindicar sus derechos no podemos menospreciar los derechos de los niños ni someterlos a un laboratorio social.

Por eso creo que a la hora de priorizar el derecho del menor en condición de adoptabilidad, debemos pensar en el tipo de hogar que le daremos, y claramente, este debe estar conformado por mamá y papá, como lo indica la Constitución Política, pese a los hechos vergonzantes de padres heterosexuales que atentan contra ellos, los someten a abandono o violencia sexual.

Lamento que estas consideraciones se hayan obviado por ir tras sesgos mediáticos, moralistas o religiosos, pero, el debate sobre la adopción sigue abierto.

Durante las más duras confrontaciones sobre la paz sostuve que, pese a las diferencias, en este país cabemos todos. No es esta la excepción.

Representante a la Cámara

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