Vuelve y juega el desempleo

Columnista Invitado

El Dane anuncia los nuevos datos sobre empleo y desempleo como corresponde a cada trimestre, información obtenida a partir de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (Geih) tomada en las principales 23 ciudades capitales, áreas metropolitanas, y San Andrés a partir de la cual se clasifica a las personas según su fuerza de trabajo en ocupadas, desocupadas o inactivas.

La tasa global de participación para el mes de abril de 2017 se encuentra en 65,1%, que es el porcentaje de personas que al menos en la semana de referencia trabajaron al menos una hora. Una persona desempleada, desocupada o en paro, es aquella que en la semana de referencia se encontraba sin empleo, realizó solicitudes de búsqueda de empleo y se encuentra disponible.

La tasa de ocupación y de desempleo promedio para los últimos dieciocho años para el mes de abril respectivamente son 64,5% y 11,7%. La tasa de desempleo para el presente periodo alcanzó un 8,9%, lo cual indica que mil personas más encontraron empleo. Según el Dane en abril de 2017, 22 millones 669 mil personas se encontraban ocupadas, 489 mil personas más que en abril de 2016. Las tres ramas de actividad económica que concentraron el mayor número de ocupados (62,8%) fueron: comercio, hoteles y restaurantes; servicios comunales, sociales y personales y agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca.

Entre las razones generadoras de desempleo mencionadas por el Dane se encuentran: el no existir trabajo disponible en la ciudad, el estar esperando que lo llamen, el no saber buscar trabajo, estar cansado de buscar trabajo, no encontrar el trabajo apropiado para su oficio o profesión, carecer de experiencia, no tener recursos para su propio negocio y ser considerado muy joven o mayor.

Las cinco ciudades con menor tasa de desempleo son: Barranquilla (7,7%), Santa Marta (8,0%), Cartagena (9,1%), Pasto (9,4%), Bucaramanga y su área metropolitana (9,7%). A su vez, las cinco ciudades con mayor tasa de desempleo son: Quibdó (18,2%), Cúcuta (16,7%), Armenia (14,7%), Riohacha (14,7%) e Ibagué (13,6%).

¿Qué sucede en Ibagué? La radiografía no es alentadora, revisando de nuevo la lista de las posibles causas, se encuentra que la primera representada por la gran falta de industria, la cual no tiene ni los incentivos ni condiciones para establecerse en la ciudad, se ha convertido en un centro de “desarrollo” comercial y de servicios que no requiere mano de obra calificada (estudios de pregrado) o sobrecalificada (posgradual). Revisando las calles de Ibagué, esta presenta una alta densidad poblacional de negocios dedicados al comercio, entre los que se destacan los restaurantes de barrio que abundan por doquier, convirtiendo a la ciudad en la capital de la hamburguesa, la arepa y la empanada, generando altos niveles de empleo informal y reducidos salarios de supervivencia.

Las políticas de los dirigentes locales, incluido el departamental, se ha focalizado en tareas de corto plazo, en especial la generación de empleo y contratación en el sector público, sin un alto impacto en el desarrollo intergeneracional en la producción de empleo de calidad. No existe una política clara de desarrollo industrial o agroindustrial, en la cual los tolimenses veamos a corto y mediano plazo algunos resultados posibles y reales, y que estos no sean más empleo de comercio, de bajo nivel para los tolimenses, y de nivel ejecutivo para los foráneos.

Es importante llamar al orden a las universidades locales para que revisen sus ofertas de programas académicos, sobre las cuales deben mirar si su población objetivo y vida de los programas ya cumplieron su ciclo y saturaron el mercado laboral, esto ha ocasionado que los ingresos de los profesionales en la ciudad caigan a niveles absurdos como un salario mínimo.

Economista, Magister en Administración

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