Nuevas armas para Colombia

Columnista Invitado

La dejación de armas de manera definitiva por parte de las Farc despeja el camino para que nos ocupemos de los problemas que tiene el país, veamos con claridad las necesidades de la gente y construyamos una agenda integral que vincule a toda la sociedad.

Necesitamos nuevas armas para hacer de Colombia un país al alcance de las nuevas generaciones. Esas armas son las del diálogo constructivo cargado de fraternidad, tolerancia y sabiduría. Aquí me ocuparé de algunas, a mi juicio, prioritarias.

Hay que dotar al campo de nuevas armas: bienes públicos, vías terciarias que faciliten la comercialización a los campesinos, asistencia técnica integral, y, por supuesto, ordenar los usos de la tierra y hacer una redistribución equitativa de la propiedad rural. En esta tarea el Tolima es pionero.

Para lograrlo, debemos repasar el origen del conflicto armado y dar respuesta integral a las necesidades del mundo rural, sin perder de vista el crecimiento de las ciudades. No podemos olvidar que en las zonas rurales vive cerca del 30 por ciento de la población colombiana.

Hay que dotar a las ciudades de nuevas armas: cultura ciudadana y seguridad. El Código de Policía se convierte en herramienta determinante para promover la cultura ciudadana. No en vano, las estadísticas en distintas ciudades evidencian importante disminución de comportamientos contrarios a la convivencia, incluso, de delitos.

La seguridad urbana es premisa fundamental para crear las condiciones para avanzar con una verdadera reconciliación. Pero la seguridad también parte de la confianza en las instituciones. Esta confianza debe partir de nuestra Policía, sus acciones deben causar efectos positivos en cada uno de los ciudadanos.

Hay que dotar a los jóvenes de nuevas armas: la educación superior es innegablemente una de ellas. Al respecto, las cifras del Banco Mundial son preocupantes, pues estiman que más del 50 por ciento de los universitarios abandona la carrera. Los jóvenes de bajos recursos son más vulnerables.

Estamos llamados a revisar, junto al sector empresarial, la pertinencia de ciertas profesiones, de modo que se incentive el acceso y la permanencia. Necesitamos nuevas armas para combatir la drogadicción. Este fenómeno hace mucho rato se convirtió en un problema de salud pública. Una mirada rápida al reporte de Drogas en Colombia (2016) evidencia que alrededor de tres millones de colombianos han consumido drogas ilícitas. Debemos ocuparnos de este flagelo, invirtiendo en el deporte y promoviendo el uso de escenarios deportivos de manera cotidiana.

Hay más armas para repensar a Colombia, y todas ellas tienen un sustento esencial: la familia, por supuesto, nuestra interpretación de familia pone al frente el respeto por la diferencia. Por muchas décadas permitimos que la familia se separara. Conservarla debe ser nuestro principal reto como país. Quedan por supuesto por fuera de este listado otros temas que apremian para hacer por fin de Colombia un país con equidad. Esa sí será la paz. Por eso todos a trabajar del mismo lado.

Congresista

@CarlosEdward_O

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